Un poeta chamaqueado
Sicilia decidió la ruta del chantaje callejero, a manera de presión social, para pedir cabezas en la plaza pública: tributo del moderno circo romano
Ricardo AlemánEstá claro que cualquiera se puede equivocar, hasta el más dotado en sus capacidades intelectuales. El propio Javier Sicilia propuso, al inicio de su protesta, “un pacto” con los criminales; despropósito que luego retiró al reconocer que era equivocado.
También es probable que se haya equivocado el pasado domingo cuando, sin consultar con otros agraviados por el crimen, que acompañaron su marcha, exigió en la plaza pública la cabeza de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública federal.
Y el equívoco sería mayor —si es que se trató de una equivocación—, cuando el poeta explicó que la cabeza de García Luna sería prueba de que Calderón había escuchado a los manifestantes. Es decir, que el poeta decidió la ruta del chantaje callejero, a manera de presión social, para pedir cabezas en la plaza pública; tributo del moderno circo romano.
En otras palabras, que para calmar la sed de venganza de la multitud agraviada, el poeta reclama al gobierno lanzar a las fauces de las fieras la cabeza del responsable de la seguridad pública federal. Si no lo hace, la plaza pública se incendia. ¿Qué no es ese el origen del circo romano? ¿Qué no fue ese el mismo principio que movió la toma de Reforma en julio de 2006?
Pero no termina ahí. Resulta que nadie —y Sicilia menos— ha explicado las razones por las que fue seleccionada la cabeza de García Luna, como ofrenda a los manifestantes. Con ese aguzado olfato periodístico que lo distingue, Ciro Gómez Leyva puso el dedo en la llaga: “¿Por qué García Luna?”, preguntó. Y extendió la interrogante. ¿Por qué no el secretario de Defensa, el de Marina, la titular de la PGR..?
Está claro que Sicilia no es tonto. Pero también es cierto que en su protesta por justicia quedó atrapado entre poderosas fuerzas que quieren tirar al presidente Calderón y que babeantes esperan el momento de la venganza contra García Luna. Por eso tiene sentido la hipótesis de que aquellos poderes mediáticos a los que Sicilia debe la promoción y hasta el financiamiento de la Marcha por la Paz, simple y sencillamente cobraron su “derecho de piso”. O, si se quiere, los malquerientes de Calderón y de García Luna chamaquearon al poeta.
Por eso, en un ejercicio elemental de memoria, damos elementos informativos que podrían explicar una de las hipótesis de quiénes y por qué estarían detrás de la caída del titular de la SSP federal. El 14 de abril de 2010, en esta columna publicamos una charla informal con García Luna, en donde cuestiona el periodismo que hace apología de los barones de la droga.
“Dice Genaro García Luna que, a título personal, él está convencido de que Julio Scherer debe ser llamado a declarar por la PGR, luego de su encuentro con Ismael Zambada (El Mayo). Y reitera, ‘… a título personal’.
“Luego señala que si el asunto estuviera en su esfera de influencia, en tanto servidor público, ‘yo lo hubiera llamado a declarar’. Y dice más; ‘cuando le preguntamos al procurador —al titular de la PGR—, dijo que analizaría bien el asunto’. Tampoco se quedó ahí el secretario de Seguridad Pública federal: ‘…si yo me entero del encuentro y existe flagrancia, los meto a la cárcel a los dos’: al periodista y al narcotraficante.
“Al abundar sobre el encuentro entre Scherer y El Mayo, García Luna dice entender, respetar y compartir el derecho y la legislación que garantiza la preservación de las fuentes periodísticas. Aún así, asegura, ‘Scherer debe ser llamado a declarar, aunque le asista el derecho de preservar su fuente… aunque haya dicho que no es un delator… porque es obligación del Estado perseguir a criminales como El Mayo. Ahora bien, si Scherer aporta o no datos para la investigación, esa es otra cosa’.
“Respecto a Jesús Vizcarra —candidato del PRI a gobernar Sinaloa—, García Luna dijo que hay muchas cosas poco claras, como su presunta relación con Ismael Zambada (El Mayo) —vínculo que se acredita en una fotografía tomada hace 20 años, en donde aparecen Vizcarra y El Mayo—, además de una versión que presuntamente vincula a los dos anteriores con el encuentro de Scherer y El Mayo.
“Explica García Luna. ‘Una versión dice que la fotografía de Scherer y El Mayo busca quitarle lo caliente a la fotografía de El Mayo y Vizcarra… y la relación de eso se explicaría porque el hijo de Scherer estaría en el equipo de campaña de Vizcarra’. Y aclaró, ‘es una versión que corre’.” Hasta aquí la cita.
Queda claro que los intereses de grupo están sobre el interés general. Lo demás, se mueve entre la comedia y la tragedia. Al tiempo.
Cuando se medra políticamente con las guerras
Cuando se medra políticamente con las guerras
Leo ZuckermannDiciembre de 2006. A pesar de la amenaza de que no tomaría posesión como Presidente, Felipe Calderón protesta a su cargo. Tiene legitimidad democrática, pero se encuentra en una situación políticamente débil. El mandatario viste el uniforme de general de cinco estrellas y ordena el despliegue de las Fuerzas Armadas en las calles para combatir a la delincuencia organizada. Manda, así, el mensaje de que sólo hay un Presidente en México al que obedece el Ejército mientras que en las calles hay otro que se ostenta como legítimo. La guerra rápidamente resulta popular por el hartazgo social que hay en materia de inseguridad. Este tema le permite a Calderón sentarse definitivamente en la silla presidencial.
Mayo de 2007. Reforma publica su encuesta trimestral en la que muestra que la tasa de aprobación con la manera de gobernar del Presidente ha subido de 58% de la población mexicana a 65%. De acuerdo al análisis del periódico, dicho aumento se debe a “la guerra declarada al narcotráfico”.
Agosto de 2009. México atraviesa por una de sus peores crisis económicas. De acuerdo con la encuesta de Consulta-Mitofsky, ocho de cada diez mexicanos califica como negativa la situación económica del país: “Es la peor antes de un Informe Presidencial de los últimos nueve años”. Sin embargo, la tasa de aprobación se mantiene en niveles razonablemente altos: 62% de los mexicanos está de acuerdo con la manera de gobernar de Calderón. ¿Por qué, a pesar de la mala situación económica, no baja su popularidad? Primero porque la población percibe que la crisis viene de afuera. Pero, más importante aún, la guerra contra el crimen organizado, que a esas alturas del sexenio es el tema central del Ejecutivo, mantiene los altos niveles de popularidad presidencial. La encuesta demuestra que el combate a la delincuencia es el asunto donde los mexicanos aprueban más la gestión de Calderón.
Abril de 2011. La violencia ha crecido de manera exponencial durante los últimos dos años en México. Las cifras son terroríficas. Este mes ha sido el más violento del sexenio. La prensa reporta alrededor de mil 400 ejecutados. Un promedio de 47 por día, casi dos por hora. Además se descubren fosas clandestinas con decenas de cadáveres en Tamaulipas, Durango y Nuevo León. En Morelos la indignación social crece a raíz del asesinato, a finales de marzo, del hijo del poeta Javier Sicilia. En este contexto, Consulta-Mitofsky levanta su encuesta mensual. La popularidad del Presidente ha caído. Ahora 49% de la población aprueba su gestión y 49% la desaprueba. Para estándares mexicanos es una popularidad presidencial baja y con tendencia a la baja.
Mayo de 2011. Es evidente que la guerra ha dejado de beneficiar políticamente a Calderón. Ahora lo está perjudicando. Así sucede con los esfuerzos bélicos que duran mucho porque tienen objetivos poco claros. Aunque el Presidente ha tratado varias veces, no ha podido posicionar otros asuntos en su agenda. Es tan fuerte y mediático el tema de la guerra que no puede salirse de ella. Los adversarios de Calderón saben, porque ellos también ven las encuestas, que ahora le está costando. Les toca medrar políticamente con este asunto. Lo han estado esperando durante todo el sexenio. La izquierda más radical (que se la tiene jurada a Calderón desde 2006 cuando le ganó a López Obrador tildándolo de “peligro para México”) lo ataca ferozmente con críticas fuera de toda proporción. Para ellos, Calderón es el responsable de la violencia en el país; incluso él mismo es un asesino. En la plaza pública le gritan que se muera. Exigen la renuncia de Genaro García Luna y juicio político al Presidente. Los priistas, mientras tanto, medran con su silencio frente a la confrontación de sus adversarios de la izquierda y derecha.
Es bien sabido que las guerras son espadas de doble filo para los gobernantes. Pueden ser fuentes de grandes beneficios, pero también de grandes costos. Por eso sólo deben combatirse cuando hay un amplio consenso entre la clase política y la sociedad para luego poder repartir los vítores o las culpas entre muchos.
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