Se suicidó el playboy multimillonario Günter Sachs
El alemán de 78 años explicó, en una carta distribuida a los medios, que sufría una "enfermedad incurable" y que creía estar perdiendo la memoria.
Berlín.- El playboy multimillonario alemán Günter Sachs, ex marido de Brigitte Bardot, se suicidó en su casa de la localidad turística suiza de Gstaad a los 78 años, dijo la cadena de televisión alemana ARD.
En una carta distribuida a los medios suizos y alemanes por su familia, Sachs dijo que sufría una "enfermedad incurable" y que creía estar perdiendo la memoria y la capacidad de pensar y comunicarse con claridad.
"Esa amenaza fue el único criterio para poner fin a mi vida", dijo Sachs en la nota. Su familia indicó que la nota se difundía por "expreso deseo" del fallecido.
La familia no dio detalles de su muerte, pero los medios alemanes citaron a la policía suiza al decir que se disparó un tiro el sábado en su chalé de Suiza. Sachs se hizo ciudadano suizo en 1976.
Sachs era el bisnieto de Adam Opel, fundador de la compañía automovilística Opel. Gracias a su enorme fortuna, Sachs fue un asiduo de la "jet set" en los años 60 y en los 70.
Sachs mantuvo un romance a principios de los años 60 con la reina iraní Soraya Esfandiary. Luego, en 1966, se casó con Bardot, apenas unas semanas después de conocerse. Se divorciaron tres años después, y Sachs se casó en 1969 con la ex modelo Mirja Larsson.
Sachs, que nació en la localidad alemana de Schweinfurt en 1932, fue también conocido en todo el mundo como fotógrafo, coleccionista de arte y realizador de documentales.
“Quiero la captura, no la muerte del Chapo”: Calderón
A Margarita Zavala, su esposa, la ve como candidata, “no ahora, pero sí en el futuro”.
México.- El presidente Felipe Calderón manifestó que preferiría “anunciar la captura” y no la muerte del líder del cártel de Sinaloa, Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, pues “a mí no me gustaría anunciar la muerte de nadie, por más perversos que sean”.
Así respondió el Jefe del Ejecutivo federal en una amplia entrevista concedida a la revista Quién, realizada por la actriz Ana de la Reguera en calidad de editora invitada, con motivo del 11 aniversario de la publicación.
En la conversación también se planteó el futuro político de la esposa del mandatario, Margarita Zavala, y al preguntarle si la ve como próxima candidata, respondió: “La verdad sí la veo como candidata. No ahora, evidentemente, hemos hablado de eso, pero sí en el futuro. Margarita es muy inteligente, muy buena persona, noble, sencilla, tiene todos los atributos”.
La pregunta que suscitó el comentario de Calderón sobre el capo sinaloense que hace 10 años escapó del penal de Puente Grande, Jalisco, se dio luego de que Ana de la Reguera comentara al Presidente sobre el anuncio de la muerte del terrorista más buscado, Osama bin Laden, por lo que le dijo que durante su sexenio se han anunciado todo tipo de detenciones y muertes de capos, pero no del más temido, El Chapo, y preguntó: “¿Le gustaría anunciar su muerte o captura en su gobierno?
“La captura. A mí no me gustaría anunciar la muerte de nadie, por más perversos que sean. Pero entre las cosas que queremos hacer es neutralizar o capturar a los líderes criminales. Prefiero que las autoridades lo hagan de acuerdo con sus funciones”, respondió.
En la entrevista realizada en la Biblioteca José Vasconcelos de la residencia oficial de Los Pinos, el presidente Calderón también ubicó el momento en el que decidió emprender la lucha contra el crimen organizado.
“El momento definitivo en que decido intervenir es en Michoacán. (El ex gobernador) Lázaro Cárdenas me dijo, durante la transición, que había pedido apoyo al gobierno federal antes de mí y que por alguna u otra circunstancia no había contado con ello. Que ya no aguantaba más y que necesitaba apoyo, que los criminales eran dueños de la vida comunitaria, que cobraban cuotas a ganaderos, aguacateros… secuestraban a la gente, y me di cuenta que eso pasa en todo el país.
“Ya como presidente electo, hubo una crisis en el penal de Morelia, los defensores de oficio estaban como rehenes dentro. Lázaro Cárdenas estaba con esa crisis y los presos mataron a esos muchachos, que muchos eran pasantes. Le dije: ‘cuenta conmigo’. Eso fue lo que detonó lo de cómo limpiar esto”, detalló.
Como una de las pruebas más recientes en la depuración de las instituciones encargadas de la impartición de justicia, Calderón resalto que está el nombramiento de la nueva titular de la PGR, Marisela Morales, a quien le pidió que pasara por un examen de control de confianza a todos sus colaboradores.
“Quisiera que eso se hiciera en todos los estados, esa es la clave. El día que México tenga policías confiables será mucho mejor”, abundó el mandatario.
Mentadas de a madre
José CárdenasUno de los problemas de la democracia es su complejidad. Es más fácil cantarle una canción o hacerle un verso alejandrino, que entender sus mecanismos y sujetarse a ellos para cambiar la realidad.
En la democracia hasta lo “apolítico” adquiere un peso político. Y tiene sus consecuencias.
Descubrirlo no es mal aprendizaje al calor de una tarde de domingo efusivo. Entre seres que se conduelen, en un Zócalo lleno de dolor y cargado de preguntas que reclaman respuesta.
El poeta Javier Sicilia amonesta a los políticos dentro y fuera del gobierno y advierte a los partidos. Sin más, fuera de lectura, pide la renuncia de Genaro García Luna. Y da la “nota”.
Menos de un día después, corrige con algo muy parecido a una retractación: “Lo importante no es la petición de renuncia de García Luna, sino el diagnóstico” (sobre la reconstrucción del tejido social).
¿Tan rápido? ¿Como cualquier otro actor político decide él mismo qué es lo importante para los demás y qué no? ¿Entonces, para qué lo dijo? ¿Fue puntada y ya? ¿Le afectó el calor o más bien el dolor?
Quien pide ante 65 mil personas la remoción del impulsor de un proyecto que propone una policía de mando único, menos vulnerable y sin la infiltración evidente de la municipal de Cuernavaca y la estatal de Morelos (como la de muchas otras ciudades y estados del país) debe estar muy consciente de los alcances. O entrar en pormenores.
Así de concreta e implacable es la política.
Sicilia navega en un mar infestado de tiburones políticos e intereses chicos, medianos y grandes. Todo lo que haga o diga caerá, le guste o no, en ese terreno. Si no lo sabía, es tiempo de que lo aprenda.
No es este el México del partido único y el designio unipersonal de la silla imperial. A muchos quizá les parezca que estamos peor. Pero eso fue lo que decidimos cuando dijimos sí a la democracia y sí a la alternancia.
Atorada o entrampada a veces, incluso secuestrada por los profesionales del manejo de la patente electoral que limita a quienes no provengan de los partidos políticos, la democracia mexicana no puede tenernos tan pronto “Hasta la madre”.
O la cuidamos y la hacemos defendible para mejorarla o abominamos de ella y nos lanzamos de cabeza a un precipicio sin reglas. O inauguramos un campeonato de lanzamiento de bumerán por no cuidar la lengua.
Quien supuso que de esa plancha atiborrada debía brotar milagrosamente un plan de gobierno, habrá perdido también el tiempo. No inventemos al santo milagroso. Tendríamos que comenzar a calcular en cuánto tiempo nos hartaríamos de él.
No cualquier persona construye un puente o un poema ni domina la aliteración como Sicilia hizo el domingo. Al mejor ingeniero se le puede caer un puente por un mal cálculo. Y a un buen poeta un ripio ocasional. ¡Qué caray!
MONJE LOCO: Cito a dos demócratas mexicanos: “En política lo mejor es no ilusionarse, para luego no tener que desilusionarse” (Carlos Castillo Peraza). “La política se hace con lo que hay, no con lo que no hay” (Arturo Núñez Jiménez). Ya se sabe, ya se supo.
Así no se puede ganar
Así no se puede ganar ninguna guerra
Muchos gobernantes, salvo algunas excepciones, realmente se han hecho guajes en este tema de la inseguridad. ¿Por qué? Porque les conviene.
Leo ZuckermannUna guerra, lucha o combate (como quiera usted llamarle) en contra de un enemigo tan poderoso como el crimen organizado no se puede ganar si la clase política y la sociedad se encuentran divididas. Y es lo que está pasando en México.
El presidente Calderón se queja, un día sí y otro también, de que los gobernadores, presidentes municipales y legisladores no lo apoyan en su esfuerzo bélico. Se siente solo y tiene razón. Muchos gobernantes, salvo algunas excepciones, realmente se han hecho guajes en este tema de la inseguridad. ¿Por qué? Pues porque les conviene. Unos están coludidos con el crimen organizado. Otros prefieren soslayar un tema que tiene más costos que beneficios políticos. Les ha resultado más fácil utilizar la excusa de que se trata de crímenes relacionados con el narcotráfico que le corresponde resolver a la Federación. A estas alturas del sexenio es más que evidente que Calderón no cuenta con el apoyo de la clase política en esta guerra. Y así, en la soledad de Los Pinos, no se puede ganar ninguna lucha.
Pero también la sociedad está dividida en el tema de la violencia y la inseguridad. De hecho, cada vez se polariza más. Hoy no existe un consenso social de qué hacer frente a este flagelo. Unos siguen apoyando la estrategia gubernamental de descabezar a los cárteles del narcotráfico y enfrentarlos con toda la fuerza del Estado. Otros proponen dejar en paz el tema del narcotráfico y concentrarse en los crímenes que más agravian a la sociedad como el homicidio, el secuestro y la extorsión. Hay quienes piden pactos con los delincuentes para supuestamente regresar a tiempos pasados donde el Estado controlaba al crimen organizado. No faltan los que piden combatir la descomposición del “tejido social” que, según ellos, es la base de la violencia. En suma, la sociedad mexicana está tan dividida como la clase política en su percepción de qué hacer. Y sin apoyo mayoritario y un mínimo consenso social, ningún gobierno puede ganar ninguna guerra.
Súmese que vienen las elecciones de 2012 donde se renovarán todos los poderes federales. Esto polarizará aún más las posturas de la clase política y sociedad. Inevitablemente vendrán alegatos de un lado y del otro. Subirá el tono. Ya lo estamos viendo. La semana pasada, el Presidente salió en la televisión a pedir con gran vehemencia “comprensión y apoyo” de la sociedad. De alguna forma se adelantó a las críticas que recibiría su administración en la Marcha por la Paz organizada por Javier Sicilia. ¿Y qué pasó en dicha manifestación? Cito la crónica de Julio Hernández López en su columna de La Jornada:
“Uno de los planteamientos de la movilización dominical más llamativos mediáticamente fue, por ejemplo, el de pedir la renuncia de Genaro García Luna, el turbio ejecutante mayor de las suertes de seguridad e inseguridad públicas que desde Los Pinos se tejen. Tal vez los cálculos gradualistas hayan llevado a centrar las protestas en un personaje indefendible y, sin duda, altamente responsable de la tragedia nacional. Pero, a fin de cuentas, el cineasta gore no se mueve por sí mismo ni está en el cargo por decisión propia: la responsabilidad jurídica, política e histórica de lo que ha sucedido en este tramo sangriento de la administración pública federal recae en Felipe Calderón Hinojosa. Una sonora muestra de esa convicción colectiva se produjo ayer mismo, cuando en la Plaza de la Constitución creció un coro tajantemente adverso al citado comandante Felipe. Apenas una letra establecía la diferencia de castigo que el tribunal público demandaba: Fuera, exigían unos. Muera, otros. A fin de cuentas, desde el propio templete se atemperó el reclamo y los ánimos justicieros fueron encaminados a la parcela de García Luna Productions[…]”
Leyó usted bien: había gente que gritaba “muera Calderón”. Otros, más recatados, sólo pedían que se “fuera”. A eso hemos llegado.
Y así, con tanta división en la clase política y sociedad, no se puede ganar ninguna guerra en ningún lado del mundo.
Los criminales están de fiesta
Los criminales están de fiesta
Quizá las distintas bandas del crimen organizado brindaron por el éxito rotundo de la movilización convocada por el poeta Javier Sicilia.
Ricardo AlemánSeguramente que la tarde o noche del pasado domingo, al concluir la Marcha por la Paz, las distintas bandas del crimen organizado brindaron por el éxito rotundo de la movilización convocada por el poeta Javier Sicilia.
En efecto, el éxito que significó para los criminales, que el grito mayoritario de los marchistas haya sido a favor de la caída, la muerte, la expulsión y hasta el juicio político contra Felipe Calderón. En pocas palabras, que para la mayoría de los 60 o 70 mil movilizados, la violencia y el crimen no es culpa de los criminales, sino de Felipe Calderón.
Y probablemente a la fiesta de los criminales se agregó un brindis con algún buen vino o licor —si no es que con una raya—, porque ninguno de los marchistas por la paz reclamó la cabeza de los jefes de cárteles como el de Sinaloa, el del Golfo, Los Zetas o el del Pacífico Sur —no se diga de los jefes de las poderosas bandas de secuestradores, polleros, etcétera—, sino que miles de esos marchantes firmaron para pedir la cabeza “del criminal Felipe Calderón”; para que sea sometido a juicio político.
Y, en una de esas, la fiesta se extendió hasta altas horas del lunes, porque los jefes de las bandas criminales tenían mucho que festejar. ¿Por qué? Porque el líder de la marcha, el poeta Javier Sicilia, pidió la caída de Genaro García Luna, el secretario de Seguridad Pública —el policía por cuya cabeza los criminales han puesto precio—, como muestra de que el presidente Calderón les hace caso a los marchistas.
Y es posible que el tema de conversación entre los criminales —entre risotadas y mentadas de madre propias del festejo— haya sido el insólito de que ninguno de los 60 o 70 mil manifestantes exhibiera mantas, pancartas o grito contra los criminales. En cambio todos o casi todos pidieron la caída de Felipe Calderón. Pero la fiesta puede continuar. ¿Por qué?
Porque una porción social importante, que el domingo marchó al Zócalo, ya otorgó el perdón a los criminales. Todos saben que los tres órdenes de gobierno —municipal, estatal y federal— son incapaces de combatirlos y detener al crimen; todos saben que los Tres Poderes de la Unión —el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial— son incapaces de aplicar la ley, sancionarlos y acabar con la impunidad. Y, desde el domingo, todos saben que Felipe Calderón es culpable de todos los crímenes, lo que significa que los criminales son exonerados. Incluso por Javier Sicilia.
En efecto, porque uno de los rostros de la marcha que vimos el domingo fue el de esa porción social que prefiere ver las culpas por los 40 mil muertos de la guerra contra el crimen, no en los criminales, no en las bandas organizadas de matarifes y matones. No, esa porción social prefiere ver a Calderón como el matón, el matarife, el criminal.
En España, por ejemplo, cuándo los ibéricos se manifiestan contra el terrorismo, todos los dedos sociales apuntan a la banda terrorista ETA. En México, empezando por Javier Sicilia, y terminando por el más humilde de los manifestantes del domingo, soltaban alegres el estribillo: “Calderón asesino”, “Presidente criminal”, “gobierno de criminales”; consignas de odio, profundamente electoreras, que con dinero de quién sabe quién ha repetido hasta la náusea esa farsa llamada “No más sangre”, que no sino el nuevo instrumento de desprestigio electoral —contra Calderón— del candidato presidencial AMLO.
Lo más curioso es que los sesenta o setenta mil manifestantes del domingo —y el resto de ciudadanos en general— se quejan de que el gobierno es incapaz de hacer bien su trabajo, de castigar a los criminales y de la impunidad que prevalecen por el ineficiente gobierno de Felipe Calderón. ¿Pero, qué creen?
Que los 60 o 70 mil manifestantes resultaron peor que el peor de los gobiernos de la derecha, la izquierda o del centro. ¿Por qué? Porque con su visión torcida de la realidad, con su miopía de que todos los crímenes son culpa del gobierno, de Calderón, lo único que consiguen es ratificar la impunidad de los criminales.
Es decir, que a los ojos de toda esa porción social que se movilizó en torno a Javier Sicilia, son inocentes de toda culpa los criminales, los narcos, los secuestradores, los matarifes y matones, los pozoleros, los que con sus manos han activado las armas que han matado a miles de mexicanos —incluido el hijo de Sicilia—, porque el verdadero criminal se llama Felipe Calderón. ¿Qué tal con la sociedad que solapa y regala impunidad? ¿A poco no es de locos?
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