Otto Pérez encabeza elecciones generales en primer conteo oficial
El Tribunal Supremo Electoral (TSE) dio a conocer esta noche el primer conteo oficial y preliminar de las elecciones presidenciales, con el 2.20 por ciento de mesas computadas.
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Los magistrados del Tribunal Supremo Electoral (TSE) dieron a conocer está noche los primeros resultados oficiales del 2 % de las mesas computadas. (Foto Prensa Libre)
Otto Pérez Molina encabeza el conteo con 37 por ciento; le sigue Manuel Baldizón con 24.11 por ciento; Eduardo Suger con 14.61 por ciento; Mario Estrada 8.41 por ciento; Juan Gutiérrez 4.14 por ciento; Harold Caballeros 4.7 por ciento; Rigoberta Menchú 2.69 por ciento; Alejandro Giammattei 1.65 por ciento, y ADela de Torrebiarte .30 por ciento.
La presidenta del Tribunal, María Eugenia Villagrán, reconoció y ofreció disculpas por el hecho de que, a las 22.20 horas, haya datos escasos sobre el escrutinio.
Sin embargo, resaltó que los datos ofrecidos son preliminares y no representan tendencia.
Libertad frente al terror
José Carlos Rodríguez
Diez años después de los atentados del 11 de septiembre cabe preguntarse qué hacer frente al terrorismo. No remozar sus causas, porque las causas son siempre ideológicas. Tampoco vale el apaciguamiento porque alimenta al terrorismo, ya que hace propia la lógica del terror. Pero tampoco cabe caer en la violación de derechos para luchar contra él.
Se dice que los terroristas actúan por lo que somos; y lo que somos, o debemos ser, es una civilización abierta y libre. Ceder en nuestras libertades supone, por tanto, dos cosas: caer en la estrategia del apaciguamiento, ya que nos acercamos a sus objetivos, y por otro darles la victoria de antemano, adelantarnos nosotros a sus objetivos y cumplirlos puntualmente. ¿En qué sentido se puede decir que una política así es antiterrorista?
Pero hemos de renunciar a una parte de nuestra libertad, se dice, para lograr mayor seguridad. Falsedad vil como pocas, porque la seguridad es la ausencia de injerencia en nuestros derechos, que es exactamente en lo que consiste nuestra libertad. Libertad y seguridad son una y la misma cosa.
Bien, entonces se dice que cedemos una parte de la libertad (es decir, de la seguridad) ahora para garantizar una mayor seguridad (es decir, libertad), en el futuro. Pero no es verdad. Como más nos afecta el terrorismo es en el modo en que cambiamos por su amenaza. Es más, una parte consustancial al terrorismo es la amenaza y nosotros acabamos magnificando esa amenaza y, de este modo, contribuyendo de nuevo al terrorismo en lugar de luchar contra él.
¿Qué queda, entonces? Queda reducir al terrorismo a sus justos términos, que son los del crimen común, sin otorgarles ni cobertura ideológica ni reconocerles un estatus distinto del de cualquier otro grupo delincuente. Y el desempeño de las fuerzas del orden que sea compatible con el pleno ejercicio de la libertad. Más el orgullo de hacer ver que nos aferramos a nuestra libertad y a nuestro modo de vida sin considerar siquiera las acciones de los terroristas. En ese momento sabremos, independientemente de lo que pueda ocurrir, que habremos ganado de veras al terrorismo. También en nuestro seno.
José Carlos Rodríguez es periodista y miembro del Instituto Juan de Mariana
¿Estamos ganando la lucha contra el terrorismo?
GEES
A Ben Laden, sin duda. Lo advirtió Bush en repetidas ocasiones, y hasta Obama ha cumplido en este asunto. Los americanos han mostrado una firmeza en identificar a los culpables, perseguirlos y castigarlos, que para sí lo quisiéramos nosotros. Tardó diez años, pero igual hubiesen dado veinte. América persigue a sus enemigos, como comprobó un Ben Laden que al final de su vida vivía como un pordiosero.
Los americanos, además, han evitado numerosos atentados en suelo americano. Algunos en fase de preparación, como el secuestro simultáneo de varios aviones de línea entre Gran Bretaña y los Estados Unidos en agosto de 2006. Otros fracasaron en el último momento, como el coche bomba aparcado en Times Square en 2009, o la tragicómica historia del nigeriano que también en 2009 sólo acertó a quemarse sus partes cuando trataba de volar un avión en vuelo hacia Detroit. Con otros no hubo tanta suerte, como el atentado contra Fort Hood que se saldó con la muerte de 13 soldados americanos.
Ahora, si bien los restos de Ben Laden descansan en el fondo del océano con más pena que gloria, y sus secuaces se pudren en cárceles pakistaníes y de medio mundo, las franquicias de Al Qaeda gozan de buena salud. En el Magreb, la Península Arábiga o el Cáucaso, su actividad es constante. Tanto ellas como otros grupos y milicias violentos siguen recaudando fondos para la yihad en mezquitas de todo el mundo musulmán y de Occidente, siguen teniendo campos y bases de entrenamiento en Yemen, Sudán, Pakistán o Somalia, y lanzando mortíferos ataques aquí y allí. No cabe duda de que seguirán por muchos años buscando los resquicios que en 2001 sí lograron.
Este es sin duda otro de los puntos a nuestro favor: el desarrollo de los mecanismos de seguridad necesarios para evitar los fallos de inteligencia y militares de hace diez años. Los terroristas tienen más difícil atentar hoy que entonces, y eso que -como dice el jefe de policía neoyorkino- "no sabemos qué no sabemos". Al menos, sabemos que no sabemos. Lo que no sabíamos en 2001.
Y sobre todo sí sabemos que de no haber puesto en marcha la guerra contra el terrorismo en 2001, desalojado a los talibanes, y mostrado a todo el mundo que la dictadura era algo intolerable que no íbamos a permitir, el peligro sería mayor. Ahora, con la seguridad que proporciona la lejanía del 11S y su carácter excepcional, no vale engañarse. Estamos mejor, pero lo de bajar la guardia no será por mucho tiempo.
Las recomendaciones de la Comisión del 11 de septiembre: Diez años después
La semana pasada, el Grupo de Preparación para la Seguridad Nacional (NSPG) del Centro de Política Bipartita – una continuación de la Comisión del 11 de septiembre, informó que, 10 años después de 11 de septiembre, nueve de las 41 recomendaciones formuladas por la Comisión siguen sin cumplirse. Con números así, dificílmente se les puede dar el aprobado.
Las conclusiones del NSPG apuntan a una serie de recomendaciones clave de la comisión que no se han llevado a cabo. Por ejemplo, unos siete años después de que el Departamento de Seguridad Interior (DHS) fuese creado, la supervisión del Congreso sigue siendo abismal. El DHS está sujeto a la supervisión de un total de 108 diferentes comités y subcomités del Congreso. Esto está en marcado contraste con el Departamento de Defensa que, con un presupuesto 10 veces mayor que el DHS y con millones más de empleados está sujeto a la supervisión de solamente 36 comités y subcomités.
Estos informes que analizan el progreso del cumplimiento de las recomendaciones de la Comisión del 11 de septiembre no son nada nuevo. Más o menos cada año desde el 11 de septiembre, el DHS ha publicado sus propios informes sobre la implementación de las recomendaciones de la comisión. Sin embargo, cada año, estos informes solo parecen reflejar “el epítome de todo lo que está mal con el estado actual de la seguridad interior: demasiado triunfalismo e insuficiente reconocimiento de los problemas acuciantes en forjar la seguridad interior que el país necesita …. [Estos informes] contienen poco debate sobre si estas recomendaciones siguen siendo válidas o en primer lugar son la respuesta correcta”.
El hecho es que los resultados de la Comisión del 11 de septiembre se centró en los problemas de hace 10 años, tal y como se entendían entonces. Una mirada a lo vivido en los últimos 10 años sugiere respuestas distintas a aquellas.
Hacer repaso de las lecciones aprendidas en los últimos 10 años es sin duda importante, no obstante, el Congreso y la administración deben recordar que no estamos luchando la misma guerra que hace 10 años. Ganar la guerra global contra el terrorismo y asegurar que el país nunca reviva la tragedia del 11 de septiembre exige que busquemos la próxima versión de la seguridad interior.
Un hijo de Gadafi, el ex futbolista Saadi, llegó a Níger
NIAMEY, 11 septiembre 2011 (AFP) – Uno de los hijos del ex dirigente libio Muamar Gadafi llegó este domingo a Níger, anunció el ministro nigeriano de Justicia y portavoz del Gobierno, Marou Amadou.
“Una patrulla de las Fuerzas Armadas de Níger interceptó un convoy donde estaba uno de los hijos de Gadafi”, afirmó Amadou y precisó que se trata de Saadi, ex futbolista y luego jefe de una unidad militar de elite.
“En estos momentos el convoy se dirige a Agadez (norte de Níger). No se descarta que llegue entre hoy (domingo) y mañana a Niamey”, capital del país, agregó el vocero.
Saadi Gadafi, de 38 años, ha consagrado parte de su vida al fútbol. Fue capitán de la selección libia y presidente de la federación de su país.
Con 20 años se entrenó con ese club y con el Lazio de Roma. Sigue siendo accionista del Juventus y el banco central libio posee un 7,5% de partes, unos haberes hoy congelados, y en 2002 intentó comprar el Lazio.
En 2003 fue contratado por el Perugia, club de la primera división del fútbol italiano, pero su físico y su nivel técnico fueron insuficientes en cuatro años de intentos de jugar con regularidad.
Su primer partido armó un revuelo en los medios de comunicación, pero sólo piso el césped una vez en dos temporadas (2003-2005). Luego juego una vez con el Udinese (2005-2006) y ninguna con el Sampdoria de Génova (2006-2007), club patrocinado por el grupo petrolero italiano ERG, que se abastecía en Libia.
En Perugia dio positivo en un control antidopaje por nandrolona, un esteroide anabolizante, y fue suspendido tres meses.
En aquel entonces ocupaba una planta entera en un hotel cinco estrellas del centro histórico de la ciudad, disponía de diez automóviles y contaba con un séquito de veinte personas.
Tampoco dejó buenos recuerdos entre los internacionales libios. “Nos sentíamos incómodos”, contó recientemente el portero Samir Abbud, y confirmó que Saadi podía muy bien expulsar a un jugador que no le pasaba el balón.
En 2004 renunció a su carrera en el fútbol, se consagró a las fuerzas armadas y dirigía una unidad de elite.
El 4 de septiembre, preguntado por teléfono por CNN, Saadi Gadafi se declaró “neutral” en el conflicto y atribuyó un discurso “agresivo” de su hermano Seif Al Islam al fracaso de las negociaciones entre libios. También dijo que llevaba dos meses sin ver a su hermano y a su padrePablo Pérez: “Yo sí voy mostrar un cambio con inclusión y respeto a la propiedad privada” (+fotos)
Nota de Prensa.-El abanderado de Un Nuevo Tiempo a las primarias, Pablo Pérez, se comprometió a impulsar en el país un verdadero cambio de rumbo basado en la inclusión de todos los sectores.
A su llegada al estado Portuguesa a propósito de la coronación de la Virgen de Coromoto, Pérez ofreció una rueda de prensa en la que criticó al presidente Hugo Chávez de quien dijo “lleva tres períodos presidenciales sin que pueda apreciarse los beneficios que ha obtenido el pueblo”.
“Yo si voy a mostrar un cambio de país, un cambio popular con inclusión y respeto a la propiedad privada, con respeto a los campesinos y a la productividad”, recalcó.
“No vengo a ofrecer un cambio de alguien por otro, vengo a presentar un proyecto productivo de inclusión, respeto y unidad nacional”.
El líder de UNT ofreció al pueblo de Portuguesa rescatar las actividades agrícolas que el actual Gobierno nacional ha acabado al “convertirse en una motosierra”.
“Aquí un gobierno que se llame de visión social y nacionalista debe proteger, ayudar e impulsar a los productores venezolanos. Este no puede ser más un país de ocupantes sino de propietarios. Les entregaremos el incentivo crediticio y la infraestructura física con vías a la comercialización.
Seguridad para todos
Una política de desarme es el planteamiento de fondo hecho por Pérez para enfrentar el tema de la inseguridad: “Debemos destruir los 11 millones de armas que están en la calle sin permisología y ser más cautelosos a la hora de otorgar nuevos permisos”.
Aseguró además que de ganar las elecciones presidenciales de 2012 creará políticas de coordinación, planificación, información y ejecución entre los tres niveles de gobierno y los cuerpos de seguridad.
Dijo que trabajará en conjunto con la comunidad, el Poder Judicial, la Fiscalía del Ministerio Público y creará políticas carcelarias para el beneficio del pueblo.
Vivienda digna
Entre las principales propuestas de su agenda electoral para el estado Portuguesa, Pablo Pérez prometió la construcción de complejos habitacionales masivos. Aseguró que la mano de obra será de la comunidad con la ayuda de los sectores económicos del país para llevar a cabo el proyecto.
Se comprometió además a construir las casas de aquellas personas a las que el Gobierno nacional sólo les ha entregado los títulos de propiedad. “Ya no será más una vivienda virtual, sino una de verdad, es un compromiso personal”.
El precio del 11 de septiembre
TRIBUNA: Laboratorio de ideas JOSEPH E. STIGLITZ
JOSEPH E. STIGLITZ
Los ataques terroristas perpetrados por Al Qaeda el 11 de septiembre de 2001 tenían la intención de hacer daño a Estados Unidos, y lo consiguieron, pero en formas que Osama bin Laden probablemente nunca imaginó. La respuesta del presidente George W. Bush a los atentados puso en riesgo los principios básicos de Estados Unidos, socavando su economía y debilitando su seguridad.
El origen del paro y el déficit en EE UU se puede remontar a las guerras en Afganistán e Irak
El ataque a Afganistán posterior a los ataques del 11 de septiembre fue comprensible, pero la posterior invasión de Irak fue totalmente ajena a Al Qaeda, a pesar de que Bush trató de establecer un vínculo. Aquella guerra que se eligió librar se convirtió rápidamente en una guerra muy costosa, y alcanzó magnitudes que fueron más allá de los 60.000 millones de dólares que se dijeron al principio, ya que a una colosal incompetencia se sumaron tergiversaciones deshonestas.
De hecho, cuando Linda Bilmes y yo calculamos los costes de la guerra para Estados Unidos hace tres años, la cifra conservadora osciló entre 3 y 5 billones de dólares. Desde aquel entonces, los costes han aumentado todavía más. Debido a que casi el 50% de las tropas que regresan cumplen los requisitos para recibir algún tipo de paga por incapacidad, y hasta el momento más de 600.000 de ellos han sido atendidos en instalaciones médicas para veteranos, ahora calculamos que los pagos por incapacidad y asistencia médica en el futuro alcanzarán en total una cifra que va de 600.000 a 900.000 millones. Sin embargo, los costes sociales, reflejados en los suicidios de veteranos (hasta 18 por día en los últimos años) y las desintegraciones familiares, son incalculables.
Aun en el caso de que Bush fuese perdonado por llevar a Estados Unidos y a gran parte del resto del mundo a la guerra con pretextos falsos y se le perdonara por tergiversar el costo de dicha decisión, no hay excusa para la forma en que eligió financiarla. La suya fue la primera guerra en la historia pagada enteramente a crédito. Mientras que Estados Unidos entraba en batalla, teniendo déficits ya muy elevados por su recorte de impuestos del año 2001, Bush decidió lanzar una nueva ronda de alivio tributario para los ricos.
Hoy en día, Estados Unidos centra su atención en el desempleo y el déficit. El origen de estas dos amenazas al futuro del país se puede remontar, y no en poca medida, a las guerras en Afganistán e Irak. El aumento en los gastos de defensa, junto con los recortes tributarios de Bush, conforman la razón clave por la que Estados Unidos pasó de un superávit fiscal del 2% del PIB cuando Bush fue elegido a su lamentable déficit y situación de deuda de hoy en día. El gasto público directo en dichas guerras, hasta el momento, asciende a aproximadamente dos billones de dólares, lo que significa 17.000 por cada hogar estadounidense, y aún hay facturas pendientes que aumentarán dicha cifra en más del 50%.
Es más, como Bilmes y yo mismo argumentamos en nuestro libro The Three Trillion Dollar War (la guerra de los tres billones de dólares), las guerras han contribuido a la debilidad macroeconómica de Estados Unidos, lo que ha exacerbado su déficit y deuda. Entonces, como ahora, la agitación en Oriente Próximo condujo a precios del petróleo más elevados, lo que obligó a los estadounidenses a gastar en importaciones de petróleo un dinero que de otra manera podría haberse gastado en la compra de bienes producidos en Estados Unidos.
Pero en aquel entonces la Reserva Federal escondió estas debilidades creando una burbuja inmobiliaria que condujo a un boom de consumo. Se necesitarán años para superar el excesivo endeudamiento y la crisis inmobiliaria resultantes.
Irónicamente, las guerras han debilitado la seguridad de Estados Unidos (y del mundo), una vez más en formas que Bin Laden no hubiera podido imaginar. Una guerra impopular hubiera dificultado el reclutamiento militar, pero como Bush trató de engañar a Estados Unidos sobre los costos de la guerra, financió insuficientemente a las tropas, incluso negándose a hacer gastos básicos; por ejemplo, fondos para vehículos blindados y resistentes a las minas que son necesarios para proteger vidas estadounidenses o fondos para la adecuada asistencia médica de los veteranos que regresan. Un tribunal de Estados Unidos dictaminó recientemente que los derechos de los veteranos habían sido violados. (¡Sorprendentemente, el Gobierno de Obama afirma que se debe restringir el derecho de los veteranos a apelar ante los tribunales!).
La extralimitación militar ha provocado el predecible nerviosismo sobre el uso de la fuerza. Otros se han dado cuenta de ello, y eso también ha debilitado la seguridad de Estados Unidos. Pero la verdadera fuerza de Estados Unidos, en vez de encontrarse en su poder militar y económico, se encuentra en su poder blando, en su autoridad moral. Y dicho poder también se debilitó, ya que Estados Unidos violó derechos humanos básicos como el hábeas corpus y el derecho a no ser torturado, lo que puso en duda su compromiso histórico con el respeto al derecho internacional.
En Afganistán e Irak, Estados Unidos y sus aliados sabían que para alcanzar la victoria a largo plazo se necesita ganar corazones y opiniones. Pero los errores cometidos en los primeros años de dichas guerras complicaron la ya difícil batalla. El daño colateral de la guerra ha sido enorme: según algunas versiones, más de un millón de iraquíes han muerto, ya sea de manera directa o indirecta, a causa de la guerra. Según algunos estudios, al menos 137.000 civiles han muerto violentamente en Afganistán e Irak en los últimos diez años; solo entre los iraquíes hay 1,8 millones de refugiados y 1,7 millones de personas desplazadas dentro del mismo país.
No todas las consecuencias fueron desastrosas. Los déficits -a los que las guerras financiadas con deuda han contribuido tan poderosamente- han forzado ahora a Estados Unidos a afrontar la realidad de sus restricciones presupuestarias. El gasto militar de Estados Unidos sigue siendo casi igual al gasto que hace el resto del mundo en su conjunto, dos décadas después del fin de la guerra fría. Algunos de los gastos que se aumentaron fueron destinados a las costosas guerras en Irak y Afganistán y a la más amplia guerra global contra el terrorismo, pero la mayor parte se desperdició en armas que no funcionan contra enemigos que no existen. Ahora, por fin, esos recursos serán reasignados, y Estados Unidos probablemente obtenga mayor seguridad pagando menos.
Al Qaeda, a pesar de no haber sido derrotada, ya no parece ser la amenaza tan importante que surgió con los ataques del 11 de septiembre. Pero el precio pagado para llegar a este punto, en Estados Unidos y en los demás países, ha sido enorme, y en su mayoría evitable. El legado estará con nosotros durante mucho tiempo. Vale la pena pensar antes de actuar.
Joseph Stiglitz es premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad de Columbia. (c) Project Syndicate, 2011. Traducción de Rocío L. Barrientos.
Europa siente el vértigo del abismo
El agravamiento de la crisis - Los problemas de Europa
La cada vez más probable quiebra de Grecia hace temer un efecto dominó - España adopta medidas 'in extremis' convencida de que el riesgo de intervención es real
LUIS DONCEL - Madrid -
El euro no funciona. No debería existir tal y como fue concebido. Para algunos países habría sido mejor no adoptarlo, pero ahora ya no hay marcha atrás porque el abandono de la unión monetaria sería increíblemente costoso para todos los miembros del club. Es la conclusión a la que ha llegado esta semana el banco UBS. Pero no todos los expertos están de acuerdo. Algunos creen que a Grecia no le queda otra alternativa que suspender el pago de su deuda, salir del euro y decretar una devaluación brutal de su recobrada moneda nacional para salvarse de una larguísima recesión. Una vez fuera del euro, solo quedaría un paso para el corralito.
Lagarde desmintió ayer que la banca de la UE necesite 200.000 millones
Merkel defiende ahora el euro pero rechaza la emisión de eurobonos
Mientras, en el resto de Europa cunde el temor a un contagio de la enfermedad griega que en principio afectaría a Irlanda y Portugal, pero que inmediatamente apuntaría a dos piezas de caza mayor: España e Italia, capaces de hacer temblar los cimientos de todo el proyecto europeo. En Madrid, la preocupación es extrema. Tras alcanzar en agosto un nivel de riesgo insoportable -418 puntos de diferencial respecto a lo que paga Alemania por su deuda-, España se salvó del desastre gracias a la intervención urgente del BCE. Pero lo que hizo entonces Jean-Claude Trichet fue tan solo ganar tiempo. Y las cosas desde entonces han ido a peor.
La reestructuración de deuda griega -expresión que los economistas suelen usar para evitar la temida palabra quiebra- ya se da como una posibilidad prácticamente segura. Esta semana circulaban rumores de que a Atenas le quedan pocos días para rendirse y admitir lo inevitable. Hasta tal punto, que el Gobierno alemán se apresuró a decir el viernes que se está preparando para apoyar al sector financiero de su país en caso de que Grecia entre en default o suspensión de pagos. Un portavoz gubernamental avanzó que el plan de emergencia incluye medidas para compensar a bancos y aseguradoras, que se enfrentan a unas pérdidas del 50% de sus activos en deuda helena. "Grecia está en el filo de la navaja", había dicho un día antes el ministro de Finanzas alemán, Wolfgang Schäuble, en una reunión con diputados a puerta cerrada.
"Estamos al borde del desastre, sí. Pero por lo menos los líderes europeos deberían tener las ambulancias preparadas para lograr que la recesión que va a llegar sea lo más corta posible", dice el catedrático de la Universidad de Granada Santiago Carbó. Esas "ambulancias" a las que se refiere Carbó se resumen en un plan de capitalización de la banca europea. Lo mismo que pidió la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, que cifró en 200.000 millones de euros la inyección que requiere el sector financiero. Lagarde desmintió ayer esta cantidad y dijo que solo se trata de "una cifra provisional". No obstante, aquellas declaraciones le valieron las críticas de, entre otros, el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durão Barroso.
Pero, a la vista de los acontecimientos, ese plan es necesario. "Tiene que estar listo en el preciso instante en el que Grecia anuncie el default. Una espera de días podría ser fatal. Hay que evitar que pase como en el Titanic, que el agua llegara a todo el barco. Ya no estamos ante un problema de la banca española o italiana, sino de Europa. Nos jugamos la quiebra del sistema financiero", continúa Carbó, que considera imprescindible la cesión de soberanía para intensificar la coordinación de la política económica y la implicación del G-20. "Esto trasciende las fronteras de Europa", concluye.
Este verano ha sido el de la constatación de que ahora ya sí va en serio. Hasta entonces, políticos y analistas veían la intervención de España como una posibilidad remota. Pero la situación ha cambiado. Tras los problemas de julio para acordar el segundo plan de rescate a Grecia; las turbulencias de agosto que dispararon la prima de riesgo italiana y española y derrumbaron las Bolsas; y el temor de estos días a una nueva recesión se palpa el vértigo. La vicepresidenta Elena Salgado ha descartado por enésima vez que España vaya a ser intervenida, pero el secretario general de CC OO, Ignacio Fernández Toxo, contó que el presidente del Gobierno le había dicho en agosto que el país estaba al borde del rescate. Un día más tarde, el sindicalista matizó que la expresión de Zapatero no había sido "rescate", sino "situación delicada".
A principios de semana se reunieron en el Banco de España decenas de entidades -bancos, cajas, fondos de inversión, aseguradoras- para estudiar las pérdidas que les ocasionaría la quiebra griega. En realidad, esta posibilidad abriría un boquete relativamente pequeño en las entidades españolas, que solo tienen 800 millones en deuda helena. Pero las réplicas del terremoto serían imprevisibles. Después podría caer Portugal, donde España concentra un tercio de la exposición de la banca, en torno a 75.000 millones. Y después, el abismo.
Si aquí las cosas están mal, en Italia casi peor. Su deuda pública supera ya el 120% del PIB -frente al 63% español- y los vencimientos a los que Roma tiene que hacer frente en los próximos meses casi triplican los del Tesoro español. Pero, ¿sería posible rescatar a economías de tanto peso? ¿Supondría la ruptura de la unión monetaria? A la primera pregunta, Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros, responde que no es imaginable un mecanismo de auxilio para España similar al de Grecia. "En cambio, sí avanza un proceso que ya hemos visto: la limitación de la capacidad de maniobra del Gobierno", asegura. El cambio urgente de la Constitución para consagrar la disciplina fiscal, en contra de la opinión que hasta entonces mantenía el propio Gobierno, sirve como ejemplo de esta reducida capacidad de maniobra política.
Respecto a la posibilidad de que el euro se rompa, Ontiveros justifica su negativa con un argumento de peso: "Uno de los principales beneficiados de la moneda común es Alemania, que no va a permitir que eso ocurra. La propia Merkel acaba de reconocer que el euro ha contribuido mucho a la prosperidad de su país". Precisamente en ese discurso, la canciller reiteró su negativa a los eurobonos, que, según algunos analistas, son una de las pocas salidas que le queda a la eurozona. Merkel, en cambio, dijo que su implantación supondría la creación de la Unión del Endeudamiento, en lugar de la Unión Europea.
Al margen de que Grecia acabe arrastrando al resto del continente o no, parece claro que a España le esperan años de decisiones muy duras. "No nos queda otro remedio. Esto pende de un hilo", asegura Carbó. "Seguramente Europa no sea un área monetaria óptima, pero tiene que empezar a comportarse como si lo fuera. Esto va a requerir sacrificios tanto por parte de los países periféricos (flexibilizar su mercado laboral para aumentar su competitividad sin posibilidad de devaluación) como de los centrales (aceptar cierto nivel de solidaridad fiscal con sus vecinos)", resume Ángel Cabrera, director de la escuela de negocios estadounidense Thunderbird. Con este panorama y con el empeoramiento de la coyuntura económica en los países desarrollados, se esfuma la recuperación que hace meses parecía al alcance de la mano. En el mejor de los casos y aunque no se produjese el desastre, el futuro no es nada tranquilizador.
La crisis del euro
- 2 de mayo de 2010. Grecia anuncia un acuerdo con la UE y el FMI para recibir una ayuda financiera de 110.000 millones de euros. A cambio, Atenas promete recortes por valor de 30.000 millones.
- 4-5 de mayo. Los funcionarios participan en una huelga de 48 horas. Tres hombres resultan muertos mientras se prende fuego a una sucursal bancaria.
- 18 de octubre. Merkel y Sarkozy plantean en Deauville (Francia) por primera vez que los inversores privados tengan que hacerse cargo de parte de los rescates.
- 24 de noviembre. Irlanda se convierte en la segunda víctima de la crisis del euro y pide a la UE y al FMI 85.000 millones.
- 6 de abril de 2011. Portugal reconoce que no puede asumir su deuda y pide un rescate de 78.000 millones.
- 23 de mayo. Grecia anuncia privatizaciones para reunir 50.000 millones antes de 2015.
- 19 y 20 de junio. Tras negociar con la UE, el FMI rechaza liberar el quinto tramo de plan de ayudas a Grecia de 12.000 millones. Se desatan nuevas turbulencias.
- 21 de julio. La UE trata de salvar el euro con un segundo plan de rescate a Grecia, esta vez de 109.000 millones.
- 5 de agosto. La prima de riesgo de Italia y España se dispara por encima de los 415 puntos. El BCE interviene de urgencia
- 3 de septiembre. La troika comunitaria abandona Grecia, que admite que no va a cumplir su objetivo de déficit. Aumentan los rumores de una inminente suspensión de pagos.
Las pugnas del PRD
Ese partido fue la creación artificial de un proyecto necesario, pero apresurado e integrado por grupos sin ideología.
René Avilés FabilaEl despido de uno de los principales operadores de López Obrador, Martí Batres, fue recibido como algo sorprendente. A veces conmueve la ingenuidad de los medios. Si ponemos al PRD en una nuez, como lo hizo Alfonso Reyes con México, lo que ahora vemos es algo natural. Muertos los caudillos, por razones distintas, Cárdenas y Obrador, nadie es capaz de controlar a la multitud de mafias que pugnan por el poder en ese desprestigiado organismo. En la primera etapa, los ex priistas coexistían con aquellos que venían de luchas sociales. En el fondo subyacía el afán del triunfo no para modificar a México sino para mejorar la hacienda familiar. Como sea, el PRD fue la creación artificial de un proyecto necesario, ciertamente, pero apresurado e integrado por grupos resentidos sin ideología, dueños de frases hechas y de una jerga seudo revolucionaria que arrojó un populismo ramplón y mágico. Los resultados son evidentes.
El DF se convirtió en el baluarte central del perredismo: de allí salió Cárdenas a su última intentona presidencial, AMLO repitió la maniobra y ahora Ebrard aspira a lo mismo. Para llegar a donde está, Marcelo no ha tenido escrúpulos y ha contado con una población entre ingenua, harta del priismo y con medios de comunicación cambiantes, a veces de escasa memoria y complacientes. Del PRI (parte de la derecha) pasó al centro fundando su propio partido con Manuel Camacho; ahora jura ser un hombre totalmente izquierdista. Fox le tomó la medida y lo corrió de su jefatura de policía capitalina. AMLO lo reacomodó preparándolo para heredarlo. Pero antes, conforme a la tradición nacional, le sacaron los ojos a Cárdenas poniéndole una ridícula corona de líder moral. Hoy Obrador siente lo mismo cuando Marcelo, con astucia (que no inteligencia) lo ha ido desplazando de la contienda presidencial y están a punto de entrar en un modesto choque de tranvías.
Abajo de los dos ambiciosos líderes ex priistas, un montón de mafiosos luchan por las sobras. A estas alturas es ingenuo suponer que alguno de ellos podría llegar a la Presidencia pasando por encima de Peña Nieto, Creel o Cordero. Pero las migajas del DF son excelentes: senadurías, diputaciones, delegaciones, etcétera, con posibilidades milagrosas de ganar dinero. En esta lucha, Martí Batres quedó del lado del Peje, en tal sentido, al agudizarse la sorda pugna que ambos niegan, tomó claro partido al pasar obligadamente al lado de corruptos como René Bejarano y Dolores Padierna, el caballo troyano del tabasqueño en la capital.
Ebrard no se ha hecho a sí mismo: en primer lugar es producto del poder priista de Manuel Camacho (un tiempo favorito de Salinas), luego pasó a ser hijo adoptivo de AMLO y pronto será su verdugo. El parricidio no es novedoso, tampoco lo es que el PRD pierda unas elecciones presidenciales. La manipulación de Obrador y Ebrard en la criatura de Cárdenas ha sido demoledora: permitieron políticas irracionales, el crecimiento superlativo de la corrupción y la llegada al poder de analfabetas funcionales. Por ello, algo perderán. En algunas encuestas, el PRI con Beatriz Paredes les quitará el DF, en otras, más razonables, se limitarán a perder alguna delegaciones. Si el panorama nacional parece claro, el capitalino es confuso.
Lo indudable es que la expulsión de Batres del gobierno capitalino no es una maniobra titánica, sino un vulgar reacomodo de fuerzas. Más que enfrentar directamente a AMLO, Ebrard se quitó de encima a un aspirante al DF, para abrirle el paso a Mario Delgado o a Alejandra Barrales. Falta ver la respuesta de los fanáticos de Obrador, quien en unas encuestas va debajo de su ex discípulo y en otras, las propias, marcha triunfal a Los Pinos. Lo único evidente es que dentro del PRD y partidos afines hay una buena cantidad de turbios personajes buscando suceder a Ebrard. Es un jugoso negocio.
Repsol: la mala broma de la “españolidad”
Cuando existe un mundo globalizado y, más aún, una Unión Europea, hablar de nacionalismos desde la capital de una ex potencia colonial inevitablemente tiene un tufo de racismo.
Pascal Beltrán del RíoNo tengo modo de comprobar si la decisión de Petróleos Mexicanos de incrementar su participación en la empresa petrolera española Repsol-YPF es —como dijo la semana pasada el flamante secretario de Hacienda y ex titular de Energía, José Antonio Meade—una “operación bien pensada” que permitirá “llevar valor a Pemex, en beneficio de todos”.
Tampoco me atrevería a opinar si la adquisición de 56.3 millones de acciones de Repsol, que se dio a conocer el pasado 29 de agosto, se hizo con apego a las normas y procedimientos —algunos de ellos francamente tortuosos— que rigen la administración de Pemex. Determinar eso debe ser el trabajo de abogados y auditores.
Asimismo no creo que sea pertinente aportar en esta discusión los cuestionamientos, hechos por el periodista aragonés Gervasio Sánchez, respecto de la actuación de Repsol en el plano internacional, donde ha hecho negocios con gobiernos muy cuestionados en el terreno de los derechos humanos, como los de Guinea Ecuatorial y Kazajstán.
Todo aquello puede ser motivo de debate. Lo que no admite discusión, porque riñe con la congruencia, es la furibunda reacción nacionalista que suscitó el anuncio de que la participación de Pemex en Repsol había pasado de 4.8% a 9.8%, sobre todo porque dicho paquete accionario, unido al de la constructora Sacyr, que posee 20%, pudiera representar un reto a los poderes ejecutivos de Antoni Brufau, presidente de la petrolera española.
Bajo el pretexto de que el apesadumbrado gobierno socialista de España ya tiene “bastantes problemas”, el ministro de Industria de aquel país, Miguel Sebastián, quiso atajar lo que algunos medios llaman el “asalto” a Repsol mediante un llamado a no poner en el riesgo la “españolidad” de la empresa.
Desinteresado en batirse con alguno de los contendientes de esta telenovela empresarial —Brufau, por un lado, y Luis del Rivero, presidente de Sacyr, por el otro—el ministro aseguró que la alianza en la que participa Pemex había dado garantías de que no atentaría contra el interés de España.
El gobierno, dijo Sebastián, “no toma partido, no está detrás de alguna de las partes y de lo único que se asegura es que una empresa estratégica, porque sus reservas son las de España, continúe siendo española”.
Sin embargo, no todos los socialistas españoles encumbrados respiraron tranquilos tras de dicha declaración. El más conspicuo de ellos, el ex presidente Felipe González, se pronunció porque se mantenga el control que actualmente tienen La Caixa y BBVA, entre otros accionistas, sobre Repsol.
En una entrevista que otorgó a la Cadena Ser, González arremetió contra lo que cree que son las intenciones ocultas de la paraestatal mexicana en esta operación: “Que me digan que Pemex va a tener como prioridad número uno mantener la españolidad de Repsol… Es una broma, ¿no?”.
Lo que no es broma es que Felipe González —quien siempre me ha parecido un político sensato— es un jugador importante del sector energético de su país. Participa como miembro del consejo de administración de Gas Natural, donde comparte un asiento con Brufau.
Además es extraño ver a González usar descaradamente la carta nacionalista, ejemplificada en su llamado a que la Comisión Nacional de Energía estudie la alianza Pemex-Sacyr y “que dictamine a, b o c, pero si lo hace previamente no lo entiendo o sí, lo entiendo muy bien, y no me gusta”.
Yo recuerdo a otro Felipe González, quien, más allá de fallas y aciertos, siempre estuvo dispuesto a revisar los viejos paradigmas de la izquierda, entre ellos el nacionalismo de oropel.
¿No fue acaso él quien, pragmáticamente, promovió la entrada de España en la OTAN hace 25 años, contra la postura de su partido, porque, según él, dicho paso aceleraría el ingreso de su país en la entonces Comunidad Económica Europea?
Cuando existe un mundo globalizado y, más aún, una Unión Europea, hablar de nacionalismos desde la capital de una ex potencia colonial inevitablemente tiene un tufo de racismo.
Sé que los socialistas españoles están preocupados por las elecciones de noviembre entrante, pero bien harían en no calcar expresiones propias de las formaciones de extrema derecha que pululan por todo el continente europeo.
La cosa es mucho más sencilla. Aquí no hay grandes conspiraciones. Pemex, como cualquier accionista minoritario, busca no ser avasallado en la junta de accionistas y para eso establece alianzas. Por su parte, Sacyr busca maximizar sus rendimientos para cubrir la enorme deuda que arrastra desde que decidió convertirse en el accionista mayoritario de la empresa.
Insisto en que no quiero comprar por adelantado los objetivos que el gobierno mexicano ha enunciado respecto de la ampliación de su participación en Repsol, pero habría que darle el beneficio de la duda de que dicha operación ayudará a Pemex a hacerse de tecnología de punta para la explotación de hidrocarburos en aguas profundas, algo de lo que casi carece.
Por otro lado es imposible no ver la incoherencia de quienes se quejan por la participación de Pemex en Repsol pero pasan por alto las inversiones españolas en distintos sectores de la economía mexicana. Hablemos tan sólo de la banca, donde opera BBVA (antes Bancomer), una institución que obtiene en México la mitad de sus ganancias mundiales.
También me ha llamado la atención la reacción que ha suscitado en nuestro país la compra de acciones de Repsol. No sé si es la suspicacia de siempre o la incapacidad de pensar que Pemex pudiera llegar a controlar una empresa extranjera.
En cualquiera de los dos casos, no se toma en cuenta que la participación mexicana en Repsol data de hace tres décadas, cuando Pemex adquirió acciones de Petronor para poder usar una refinería en Vizcaya y facilitar así sus exportaciones hacia el mercado europeo.
De las críticas que he escuchado sobre este caso, sólo encuentro una irrefutable: la que señala la incongruencia de que Petróleos Mexicanos pueda comprar acciones de empresas extranjeras al tiempo que la ley mexicana es celosa de casi cualquier inversión privada en Pemex.
Esa es una visión superada en el resto del mundo y una de las causas de que el contribuyente mexicano tenga que cargar con saldos de operación negativos, que tan sólo en Pemex Refinación sumaron casi 360 mil millones de pesos entre 2005 y 2009, lo doble de la sangría de la extinta Luz y Fuerza del Centro en el mismo lapso.
Culto despreciable
Por Américo Martín
1 Fiel a su misión, la historia echémosle la culpa nos tiene acostumbrados a ver cómo se ocupa de derrumbar dioses o mitos después de haberlos encumbrado. Impresiona el "rey de reyes" Gadafi, colgado de la rama tribal para ganar unos días. Las horas de las que se componía su vida se han agotado.
Tal vez se resista a imaginar que se le acabó el tiempo. Había excluido la eventualidad de que su influencia cesara, menguara o revirtiera. No parece ser de los que se rinde. Un Dios no puede hacer eso.
Más creíble en su caso sería la muerte en combate o el suicidio in extremis. Gadafi no puede imaginar que por razones políticas o humanitarias sus perseguidores quieran dar un ejemplo de justicia con quien los humilló, torturó y masacró. El CNT debería convertir en obsesión la reunificación del martirizado país, la superación de los conflictos y el destierro del abominable culto a la personalidad.
No tengo un conocimiento cabal del movimiento rebelde, pero está a la vista su inclinación a preservar las amplias relaciones internas y mundiales que su hábil política de unidad les ha proporcionado. Un gadafismo al revés, plagado de venganza y fanatismo, sería un cruel anacronismo. No parece que pueda cristalizar una deriva como esa a la vista de las operaciones del CNT contra los últimos bastiones del déspota. Gadafi hubiera bombardeado a sus compatriotas sitiados, pero el CNT intenta salidas negociadas. Los combates se han detenido momentáneamente y el diálogo pareciera avanzar. Si esa es la pauta, gloria a al esfuerzo liberador. Si no ungen a un nuevo iluminado para suplantar al derrocado, se evitarán el cáncer del culto a la personalidad, que a la larga es insoportable
2 El "culto a la personalidad" es una expresión reciente para un vicio añejo, tanto que podemos rastrear sus manifestaciones leyendo las estelas, escrituras cuneiformes en barro o jeroglíficos en papiro que divinizaban a los emperadores ribereños de los ríos Tigris, Éufrates y Nilo. Pero es relativamente reciente que consideremos esa práctica abominable una aberración bárbara. Sólo vino a ser tema de debate político desde las grandes transformaciones de los siglos XVIII-XIX, a propósito de esa revolución ideológica contra el absolutismo que recordamos con el nombre de la Ilustración, y de las revoluciones de EEUU y Francia. La concentración del poder en monarcas adueñados de todas las funciones fue retada por la teoría de la división y origen popular del poder. De las revoluciones francesas de 1879, 1830, 1848 y 1872 emergieron los derechos políticos y sociales y las libertades fundamentales.
Lo que llamamos democracia se nutre de todos esos componentes, laboriosamente proporcionados por una lucha de cuando menos tres siglos.
Ese proceso también creó el fuero de la libertad de expresión. La libre manifestación del pensamiento y la garantía de lo que hoy reunimos bajo el arco de los derechos humanos, no son la democracia en sí en tanto forma de estado, pero sí son los garantes de su funcionamiento. Sin libertad política y social y sin libertad de expresión y de prensa la democracia es una vulgar mentira.
3 Para que el "culto a la personalidad", además de serlo, se considerara monstruoso tuvieron que producirse las indicadas transformaciones. Regresar a los monarcas absolutos se consideraba aberrante desde el siglo XIX.
En el XX nacieron (y murieron) las revoluciones leninistas, se consolidó la dictadura unipersonal y apareció el totalitarismo moderno. Si era un "honor" ser estalinista, cuatro años después de la muerte del georgiano resultó ser un "deshonor". En el XX Congreso del PCUS (1956), Jruschov dejó atónito al mundo al decretar la desestalinización. Condenó el "culto a la personalidad" provocando el ensañamiento mundial de los comunistas contra el muerto.
Alguna vez Rómulo Betancourt comentó que cuando en Moscú daban una vuelta a la manivela de la dialéctica, los comunistas protagonizaban un viraje de 180%, y efectivamente fue eso lo que ocurrió: durante años, los partidos comunistas execraron el diabólico culto, operaron con direcciones colectivas y sus jefes perdieron linaje divino.
¡Y en eso llegó Fidel!, ¡y después Chávez!, para que el deplorable culto resurgiera de sus cenizas. Regresó "el dictador necesario" de Vallenilla Lanz, Pedro Manuel Arcaya y su modelo Juan Vicente Gómez.
Que esa rama torcida retoñe en un sedicente socialismo científico es profundamente irónico. La "ciencia" arrodillada ante la magia fanática de un Mesías.
Ese Mesías se reviste de constitucionalidad para guardar las apariencias, pero su fisonomía monárquica quiere consolidarse mediante la entronización perpetua y la concentración del poder en el puño bendito. Militarización, hegemonía mediática, persecución de la disidencia, monopolio de la palabra, liquidación de logros laborales y sociales. Una hecatombe de instituciones conquistadas durante siglos de lucha democrática.
Su programa se basa en el miedo, en la sensación de poder eterno. "Rey de reyes" se hacía llamar Gadafi. También fundó su liderazgo comprando empobrecidos países... hasta que, caramba, los hastiados súbditos reaccionaron, y con la misma los devotos "hermanos" se esfumaron.
¡Oh tiempos! ¡Oh costumbres!
Reflexiones sobre una moribunda
El País, Madrid
Las utopías sociales, esas tentativas -generosas o perversas- de reordenar la sociedad humana de acuerdo a un principio religioso o político, han sembrado la historia de cadáveres. Pese a ello, se han sucedido unas a otras, cada cual más catastrófica que la anterior, de modo que debemos aceptar como un hecho irreversible que los seres humanos necesitamos (y, por tanto, seguiremos buscando) esa sociedad perfecta o mudanza del paraíso a la tierra que cada utopía social se propone realizar.
En el pasado fueron los sarracenos y los cristianos los que combatieron a muerte, entre ellos y dentro de ellos, para purgar al mundo de impíos, infieles, supersticiosos, apóstatas, desviacionistas y bárbaros de toda clase, e imponer una humanidad de fieles purificados y ortodoxos al servicio del verdadero dios y la verdadera religión. Pero las utopías más sanguinarias fueron las del siglo XX, las ideológicas, que batieron todas las marcas en el número de víctimas y sufrimientos que causaron. El sueño nazi de una humanidad de razas superiores, limpia de judíos, negros, gitanos, de tarados, degenerados, y de pueblos esclavos al servicio del amo ario, provocó el holocausto y una guerra mundial que devastó cinco continentes. La muy generosa utopía comunista de crear una sociedad sin clases y sin explotación del hombre por el hombre no fue menos terrorífica, si se piensa que sólo entre el gulag soviético y la revolución cultural china liquidaron (cálculo conservador) 40 millones de personas.
Siempre pensé que la creación de una Europa unida, integrada y sin fronteras, iba a ser la primera tentativa social colectiva que, a diferencia de las otras, no fracasaría y conseguiría su designio de acabar con los nacionalismos que, a lo largo de la historia, enfrentaron en matanzas insensatas a los países y a las culturas que forman el llamado Occidente. Se me objetará que la idea de la Unión Europea no es "utópica", palabra cargada de irrealidad, sino un proyecto político perfectamente realista y sustentado no en principios religiosos o ideológicos (que son también religiosos aunque pretendan ser laicos) sino en convicciones y conocimientos racionales. Bueno, de acuerdo. En todo caso, se trataba de un proyecto extraordinariamente ambicioso, concebido dentro de la cultura de la libertad, organizado con la flexibilidad y diversidad que garantiza la democracia, y que aseguraría la preservación de las tradiciones, lenguas, usos y costumbres y creencias de todos los países miembros, siempre y cuando, claro está, no trasgredieran las normas esenciales del Estado de derecho.
Ahora que Europa parece a punto de explotar, conviene tener presente que, con todas las críticas que pueden hacérsele, la Europa a medio hacer que tenemos ha conseguido que el viejo continente viva casi 60 años ininterrumpidos de paz, pues todos los conflictos bélicos de estas últimas décadas, como el de los Balcanes, ocurrieron siempre fuera de los límites de la Unión. Y que, con todo lo que pueda haber fallado en la construcción de Europa, sus logros han sido también impresionantes. Sólo en el caso de España hay que preguntarse si, sin su incorporación a Europa, la transición española de la dictadura a la libertad y de la pobreza a la prosperidad hubiera tenido lugar con la rapidez y falta de quebrantos políticos con que ocurrió. A pesar de todo ello, la Europa que creíamos unida se resquebraja por todas partes, y muchos europeos se alegran de que así sea pues piensan que el experimento integrador ya fracasó y que será mejor volver a la antigua Europa de las naciones y las fronteras. Eso, hoy día, ya no es una mera hipótesis futurista, es una realidad que puede materializarse pronto, atizada por la terrible crisis económica.
¿Qué falló para que la más generosa e idealista empresa política de nuestro tiempo haya entrado en estado agónico? Se equivocan quienes creen responder a esa pregunta con argumentos técnicos, como que fue una precipitación irresponsable poner al alcance de todos los países miembros a la moneda única, que lo prudente hubiera sido escalonar el ingreso al euro de manera progresiva, abriendo las puertas a los países menos avanzados sólo cuando alcanzaran un coeficiente mínimo de solidez financiera, económica a institucional. Esta explicación confunde el efecto con la causa. Si Europa estuviera de veras unida enfrentaría esta prueba sin poner en entredicho la idea misma de la Unión. Pero, la verdad, este formidable proyecto careció siempre de calor popular, fue gestado por burocracias, gobiernos e instituciones, sin que echara raíces en los ciudadanos de a pie, que los movilizara y entusiasmara porque veían en él un ideal que, de concretarse, beneficiaría a todo el mundo, estimulando el progreso económico, las libertades públicas, la solidaridad y la justicia.
También faltó lucidez para aplicar en las políticas económicas y sociales ese mismo realismo que llevó a los fundadores de Europa a impulsar la unión. Si hay algo que la crisis presente ha demostrado es que no se puede vivir en la ficción, algo que la literatura permite, pero no la política ni la realidad "municipal y espesa". Los países europeos han creado admirables sistemas de bienestar con una visión inmediatista, sin preguntarse si sería posible financiarlos en el futuro, y se han resistido a vivir de acuerdo a sus posibilidades reales, endeudándose para ello de una manera irresponsable. Así salvaban el hoy sin importarles que ese mecanismo de evasión implicara a mediano y largo plazo desastres como el que ahora padecemos.
Salir de la crisis va a significar drásticas reformas y enormes sacrificios de los que las medidas que acaba de tomar el gobierno español de Rodríguez Zapatero son sólo el primer paso. No hay que engañarse: no hay otra solución. El mal está hecho y ahora sólo cabe corregirlo, atacando la raíz. Lo peor es que la situación actual es propicia para que germine la demagogia y la sinrazón del eslogan, el lugar común y el estribillo prevalezca sobre las ideas y el análisis realista. "No hay que rendirse a los mercados" es una frase acomodaticia que circula últimamente por doquier. Tampoco hay que rendirse a la ley de gravedad, por supuesto, y rebelarse contra ella ha dado algunos excelentes poemas. Volver la espalda a los mercados, me temo, no producirá buena literatura, pero sí, es seguro, empeorará la crisis y acabará por destruir todo el progreso económico alcanzado por los países europeos en los últimos años. Eso lo saben todos los políticos, de izquierda y de derecha, pero no se atreven a decirlo, o lo dicen con tantos remilgos que nadie les cree. La excepción son aquellos grupos extremistas, felizmente por ahora todavía marginales, que quisieran resucitar a Lenin o a Mao, y que, sin que se les caiga la cara de vergüenza, dicen que la Cuba de Fidel Castro ha hecho feliz al pueblo cubano.
Si la Unión Europea se desintegra, los países europeos estarán mucho peor de lo que están ahora, todos, los prósperos como Alemania, Francia y los países nórdicos, y los empobrecidos, como Grecia, Irlanda y España. Por eso, una de las razones más poderosas para salvar a la Unión Europea, es que ella, unida, enfrentará mejor la crisis y las políticas para salir de ella que los países librados a su propia suerte. Por eso, en esta hora difícil, acaso la más difícil que Europa haya vivido desde vísperas de la Segunda Guerra Mundial, hay que cerrar filas en defensa de la Unión, y, en vez de asistir indiferentes a su demolición, movilizarse contra ella, conscientes de que quienes quisieran destruirla son los mismos nacionalistas irredentos, encastillados en sus viejos prejuicios, con las mismas orejeras que, en el pasado, les impidieron prever los cataclísmicos efectos que tendrían, para ellos mismos, sus sueños violentistas. Porque en todo nacionalismo, aun en el que de boca para afuera se muestra más circunspecto y tolerante, anida la violencia contra el otro, el diferente, el que no forma parte de la tribu.
La utopía democrática y liberal que gestó la Unión Europea, si no perece en esta crisis, puede acabar con los nacionalismos, que han envenenado la historia moderna, dividiendo a sus pueblos y enfrentándolos en guerras suicidas, demorando su desarrollo y empobreciendo su cultura. Aunque sólo fuera por eso, habría que salvarla. Pero hay muchas razones más para hacerlo. Como que en esta época, de globalización económica, una alianza o federación europea tiene muchas más oportunidades para competir con eficacia en la conquista de mercados -lo único que de verdad crea trabajo y produce riqueza- que un país aislado a los que una crisis como la actual puede reducir de la noche a la mañana a la insolvencia. Y si la Unión Europea sobrevive, tal vez su ejemplo inspire a otras regiones del mundo, como América Latina y el África, donde las divisiones tribales y nacionales han contribuido más que nada a enquistarlas en el subdesarrollo.
¿Nos roban el trabajo los chinos?
Libre Mercado, Madrid
En un sistema económico caracterizado por la división del trabajo y el intercambio, es normal que muchas personas vean amenazada su posición cuando otros agentes salen de la pobreza y comienzan a producir bienes y servicios que compiten directamente con los suyos. Cuando la población de una pequeña aldea crece, el tendero de toda la vida probablemente deba enfrentarse a nuevos competidores, de modo que su posición de monopolio (y las rentas extraordinarias que de ahí derivaba) desaparece. Eso no significa, sin embargo, que el incremento de la población empobrezca a la aldea: al contrario, el antiguo tendero monopolista pasará a dedicarse a otras labores y la variedad de bienes y servicios disponibles para el intercambio (la riqueza) se incrementará.
Lo mismo sucede cuando el tamaño de esa aldea global que es la economía mundial se expande. Por supuesto, habrá sectores locales que salgan perjudicados por la mayor cantidad de productores y competidores extranjeros –incluso podría haber algún país pequeño, concentrado en unos pocos sectores productivos, que sufriera una crisis nacional–, pero eso no significa, ni mucho menos, que el crecimiento de esa aldea global sea perjudicial, sólo que a corto plazo requerirá reestructuraciones.
A China se le pueden reprochar muchas cosas, como su continuada violación de los derechos humanos, su enorme corrupción, sus poco honrosas alianzas externas o su estructura política dictatorial en manos de la nomenclatura nacionalista y comunista, pero no que haya muchos chinos. Sin embargo, ése si es el temor de muchos occidentales que ven cómo la avalancha de manufacturas chinas nos está engullendo: al final, se nos dice, en Occidente nos quedaremos sin nada que producir porque los chinos son más competitivos en todo (debido a sus bajos salarios) y no hay en el mundo demanda suficiente como para absorber toda esa avalancha de producción.
La idea parece intuitivamente cierta, pero incurre en dos errores archirrefutados por la ciencia económica: la falacia de la sobreproducción generalizada y la falacia de la ventaja absoluta.
La falacia de la sobreproducción generalizada sostiene que la producción puede crecer más allá del poder adquisitivo existente, de modo que no habrá mercado para colocar todas las mercancías fabricadas y acaecerá una crisis. De hecho, no han sido pocos quienes pretenden explicar la presente crisis meced a la sobreproducción china. Fue Jean Baptiste Say quien en sus Principios de Economía se encargó de enterrar este mito: en última instancia, todo lo que compramos lo pagamos con otros productos que previamente hemos producido y vendido (la llamada "ley de Say"). Por consiguiente, si todos producimos más, nuestro poder adquisitivo crece correlativamente: tenemos más mercancías que podemos comprar, pero también más mercancías que podemos vender. Los chinos no sólo producen, sino que también compran (ya sean bienes de consumo o de inversión). En definitiva, una sobreproducción generalizada nunca será posible (una mayor oferta sienta las bases para una mayor demanda); otra cosa son las sobreproducciones sectoriales, que obviamente sí son posibles, como ha sucedido con la vivienda.
La falacia de la ventaja absoluta fue enunciada por Adam Smith al sostener que los intercambios entre individuos y naciones se guiaban por quien fuera mejor a la hora de producir un bien. Si Inglaterra es mejor que Portugal produciendo tela y Portugal mejor que Inglaterra produciendo vino, entonces ambos países trocarán sus mercancías. Pero, ¿qué pasaría si Inglaterra fuera mejor que Portugal fabricándolo todo? A esta pregunta respondió otro economista, David Ricardo, cuando explicó que los intercambios en realidad no se mueven por ventajas absolutas, sino relativas: cada persona se especializa en aquello en lo que es relativamente mejor que el resto. Por ejemplo, si Inglaterra genera mucho más valor que Portugal produciendo tela pero sólo un poquito más produciendo vino, será conveniente que Inglaterra se especialice en la tela y le deje a Portugal producir vino. Otro ejemplo quizá más comprensible: un empresario puede saber más contabilidad que nadie, pero normalmente subcontratará su gestión a una tercera persona para que él pueda centrarse en aquello en lo que es mucho mejor que todos, crear valor para los consumidores.
Por tanto, si no puede haber una sobreproducción general y todos podemos ocupar nuestro lugar dentro de una división internacional del trabajo, parece claro que no son los chinos quienes nos condenan al desempleo estructural, sino más bien nuestras rígidas regulaciones laborales.
Existe, con todo, una variante un tanto más verosímil del argumento anterior que no incurre en las mentadas falacias: aun cuando no nos quedemos sin empleos, el capital occidental tenderá a trasladarse a China por sus menores costes laborales, de modo que nuestros salarios se igualarán a la baja con los suyos.
Lo primero a tener en cuenta es que el capital no se dirige allí donde los costes laborales sean más bajos, sino allí donde los costes totales de producción sean menores en relación con la productividad de los factores productivos; esto es, allí donde cueste menos fabricar valor. El coste laboral es un coste de producción más, pero existen otros como el de transporte, el energético, el de financiación, los regulatorios, las deseconomías de escala o el riesgo institucional. Y, asimismo, existen otros factores que elevan la productividad (el valor) que se genera por unidad de coste: la dotación de capital (incluyendo el humano) o las complementariedades derivadas del efecto red.
Es cierto que los costes laborales son mucho más bajos en China, pero Occidente sigue teniendo ventajas en términos de infraestructuras, estabilidad institucional, seguridad jurídica, formación del capital humano o complementariedades vía efectos red. Es decir, en Occidente se puede formar una riqueza de mayor calidad con costes no laborales en ocasiones más baratos que en China. Por supuesto, esas ventajas son transitorias –conforme China acumule más capital y, sobre todo, si llega a establecer pacíficamente un Estado de Derecho riguroso, sus otros costes se reducirían– pero también lo serán los bajos salarios chinos, debido a que su mayor capital incrementará la productividad de los trabajadores (volverá el factor trabajo relativamente más escaso –y caro– con respecto a los bienes de capital complementarios).
Lo segundo a considerar es que los consumidores occidentales salimos beneficiados si podemos comprar más baratos algunos bienes que nosotros fabricamos de manera más cara. La economía se basa en economizar el uso de recursos para satisfacer la mayor cantidad de fines posibles: si los chinos son capaces de fabricar alguna mercancía más barata que nuestros productores locales, los consumidores occidentales podremos adquirirla a precios más asequibles y nuestros productores locales podrán reorientar sus recursos para manufacturar otros bienes que nosotros podremos comprar gracias al ahorro derivado de las más asequibles mercancías chinas. Ninguna sociedad sale beneficiada por producir a los costes más elevados posibles, pues en tal caso nos convendría abandonar la división del trabajo y que cada ser humano se volviera autosuficiente.
Pero, sobre todo, el mayor error en relación con la presunta destrucción de empleos en Occidente como consecuencia de los menores costes laborales chinos es que no todas las industrias chinas compiten con todas las industrias occidentales. Gran parte de las industrias chinas se dedican a cooperar con las industrias occidentales para lograr una mayor producción. Por ejemplo, la industria de juguetes de China compite con la industria de juguetes de Occidente, pero las fábricas dedicadas a producir chips informáticos se complementan con las industrias informáticas de Occidente. Del mismo modo que no todas las empresas dentro de España compiten entre sí (hay numerosas relaciones proveedores-mayoristas-minoristas), tampoco todas las empresas en el mundo hacen lo propio.
Por ejemplo, en 2010 España importaba de China productos valorados en 20.000 millones de euros, esto es, el 2% del PIB; porcentaje similar al de EEUU (365.000 millones o el 2,5% del PIB). De todas esas importaciones, alrededor del 50% eran bienes de capital que las industrias occidentales emplean para mejorar su productividad (el resto son bienes de consumo que sí compiten con los bienes de consumo que fabriquemos internamente). En otras palabras, si ya resulta poco probable que nos abocamos a la desindustrialización por el hecho de que importemos el 2% de nuestro PIB de China (sobre todo cuando, a su vez, les exportamos alrededor del 0,5%), aún lo es menos si tenemos en cuenta que la mitad de esos productos son bienes de capital tirados de precio que nos permiten ser mucho más competitivos que si los produjéramos internamente a precios más altos. Cuanto más abarate China los bienes de capital que nosotros incorporamos a nuestros procesos de producción, más productivos seremos y más altos salarios podremos permitirnos.
¿Qué nos deparará, por tanto, el futuro? Como ya sucediera con la transición de la agricultura a la industria o de la industria a los servicios, conforme se acumule internacionalmente el capital, las ocupaciones que puedan automatizarse y sustituirse por bienes de capital tenderán a desaparecer (como lo hicieron decenas de agricultores con la aparición de la cosechadora o como podrían hacer los robots de limpieza con respecto al servicio doméstico), mientras que las otras tenderán a revalorizarse. Y entre esas otras hallaremos toda una variedad de empleos: desde los más básicos (como pueden ser peluqueros, policías, camareros... que de momento no pueden prestarse por una máquina ni, por supuesto, en China) hasta los más sofisticados (formación superior muy especializada: directivos, ingenieros, diseñadores, consultores, investigadores, profesores...). Así, por ejemplo, las ocupaciones más especializadas se han duplicado en EEUU desde 1983 (hasta representar un tercio de toda la fuerza laboral) y las medias han crecido en torno al 30%. Los trabajos que realmente se han perdido están relacionados con la agricultura, la minería o las cadenas de montaje, esto es, las ocupaciones más automatizables y con menor valor añadido.
En definitiva, no serán los chinos quienes nos empobrezcan, sino en todo caso el intervencionismo de unos gobiernos occidentales que nos lleve a dilapidar el capital (vía ciclos económicos, regulaciones absurdas o inadecuada formación en universidades públicas) y, por tanto, nos impida crear modelos de negocio que generen el suficiente valor para los consumidores occidentales... y chinos.
Puede dirigir sus preguntas a contacto@juanramonrallo.com
Violencia y política en Venezuela
En 1999 el presidente Hugo Chávez prometió erradicar la corrupción y la violencia. Doce años después, la violencia y la criminalidad en el país están fuera de control. Silke Pfeiffer, Directora para Colombia/Andes de Crisis Group, analiza las causas y los efectos de esta situación.
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Bienvenidos al podcast de International Crisis Group. Yo soy Gabriela Keseberg Dávalos, responsable de comunicación, y en la línea desde Bogotá se encuentra Silke Pfeiffer, directora para Colombia/Andes de Crisis Group. Hoy hablaremos sobre la violencia en Venezuela.
¿Silke, qué es lo que está fomentando esta tremenda violencia?
Efectivamente Gabriela, en las calles de Caracas, son asesinadas más de diez personas todos los días. La mayoría de ellos muy pobres y muy jóvenes. Ellos mueren porque hay una circulación masiva de armas en manos civiles. Mueren también por la corrupción en la policía, que en muchos casos está detrás de los crímenes. De hecho, estamos hablando de miles de ejecuciones extrajudiciales en los últimos años. También son víctimas de la cada vez más extensa presencia de las estructuras de crimen organizado en el país, que de manera directa e indirecta está alimentando la violencia en los barrios urbanos. La mayoría de los homicidios, pero también de secuestros y robos que han también aumentando exponencialmente los últimos años quedan en la total impunidad. Que es por supuesto otra de las causas detrás la violencia desatada.
¿Qué está haciendo el gobierno de Chávez para aplacar la situación?
Bueno, el problema empieza con el diagnóstico del problema por parte del gobierno, que muchas veces lo atribuye a percepciones o a la pobreza. Y con eso, claramente minimiza su magnitud e ignora las otras causas que acabo de mencionar. Ese diagnóstico luego se traduce en medidas aisladas, muchas veces efectistas, como por ejemplo el despliegue masivo y temporal de fuerza pública en ciertos lugares. A ello, se suma la presunta tolerancia. Así hay otros grupos que operan al margen de la ley y que hacen uso de la violencia o amenazan con ella. Como aquellas organizaciones armadas que se declaran a favor del proyecto bolivariano. En la medida que los esfuerzos del gobierno - e incluyo aquí principalmente y muy importantemente la reforma policial - en la medida que estas medidas no formen parte de una estrategia integrada de seguridad que incluya el desmantelamiento de estos grupos, no van a poder tener impacto en poder frenar la violencia.
¿Cuál es la perspectiva política a mediano y largo plazo?
Pues, dado el nivel de polarización y de militarización de la sociedad y dado el hecho que los mecanismos institucionales y democráticos para la resolución de conflictos se han erosionado tanto en los últimos anos, nosotros percibimos un riesgo claro de violencia política en el mediano plazo. Mucho puede pasar de ahora hasta las elecciones presidenciales del próximo año. Y la enfermedad del presidente obviamente ha aumentado las incertidumbres. Pero claramente, cualquiera que sea el resultado de las elecciones, podría desencadenar lo que actualmente es una violencia latente, una violencia política latente, y con eso socavar tanto la posibilidad de una continuidad pacífica del régimen actual como la entrega del poder a un sucesor. De todas maneras, la amplia presencia de crímenes, de redes de crimen organizado constituirá una grave amenaza para la estabilidad del país en el mediano y largo plazo, cualquiera que sea el color del próximo gobierno.
LA ENCRUCIJADA LIBIA
Cinco paradojas del escenario libio tras la caída del régimen de Gadafi.
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El régimen de Gadafi se acerca a su fin. Aunque caótica y a veces sangrienta, la estrategia militar desplegada en Libia durante estos últimos seis meses por fin ha resultado fructífera. La adhesión de Gadafi a la postura antioccidental y sus llamamientos a la solidaridad panafricana, panárabe y panislámica durante el proceso de revueltas árabes no bastaron para mantenerle en el poder.
No obstante, deberíamos observar los acontecimientos con un optimismo cauteloso. El país podría estar entrando en una nueva era, pero eso no significa que sus ciudadanos vayan a llegar con facilidad a un consenso sobre el tipo de futuro que desean. En Túnez y Egipto podemos observar claramente un día tras otro lo complicado que puede resultar un proceso de transición, incluso cuando se produce como resultado de los esfuerzos de una única nación, sin el más mínimo apoyo directo del extranjero. Por eso, la ecuación libia podría originar más dificultades, y una sucesión de paradojas de las que deberíamos ser conscientes a partir de ahora.
La primera paradoja es que, mientras el éxito de la Revolución Libia ha quedado garantizado por la acción de potencias extranjeras –empezando por la OTAN–, ninguna de ellas parece proclive a subrayar este detalle. De hecho, la OTAN tardó muchísimo en lograr su objetivo inicial implícito, es decir, la caída del régimen de Gadafi. Mientras sus miembros parecían creer en un principio que podrían derrocar al dictador con una Blitzkrieg (guerra relámpago), al final han acabado con seis meses de conflicto, miles de víctimas y de daños –muchos de ellos de los llamados colaterales– y el recientemente constituido Consejo Nacional de Transición (CNT) como único aliado. Por eso, es posible que la OTAN haya logrado en Libia lo que aún está lejos de conseguir en Afganistán, pero el período que se avecina podría demostrar también que la organización aún se encuentra muy lejos de poder conquistar los corazones y el pensamiento de la población.
Y así llegamos a la segunda paradoja: el éxito de la OTAN en Libia no significa que esa misma experiencia vaya a repetirse en otras partes del mundo árabe, al menos a corto plazo. El desarrollo de los acontecimientos en este país ha demostrado ser un campo lo suficientemente minado como para que Occidente y sus aliados se hagan una idea de lo complicado que puede ser la región. ¿Qué podría ocurrir pues si la OTAN o una coalición de países cayeran en la tentación de abrir un frente parecido en Yemen o Siria? Seguramente Libia parecería una delicia comparada con la complejidad y las sensibilidades, mucho más profundas, de esos dos Estados.
De hecho, la tercera paradoja es que, a pesar de la felicidad que expresaban muchos libios mientras los rebeldes entraban en Trípoli, ahora mismo siguen sin alcanzarse aún las condiciones necesarias para una victoria real y una completa legitimación del CNT. La nueva clase política no parece representarse más que a sí misma, una pequeña parte de la población libia, y, claro está, a los voluntarios de la llamada “comunidad internacional”. Pero ¿basta con eso? Al centrar su objetivo en la caída de Trípoli, los rebeldes diseñaron y siguieron una estrategia a lo largo de la costa que les ha llevado desde Benghazi a la capital. Pero ¿y el resto del territorio, una superficie inmensa que se extiende desde las ciudades del litoral hasta las fronteras con Argelia, Níger, Chad y Sudán, y que el propio Gadafi no fue capaz de someter por completo durante su largo reinado? Puede que el apoyo de la OTAN haya permitido al CNT presentarse de manera oficial ante los habitantes de la región de Tripolitania. Pero eso no significa que el nuevo liberador libio vaya a ser capaz de llenar el hueco dejado por la total ausencia de una alternativa política fuerte a la acción de Gadafi, ni significa que el propio CNT vaya a ser capaz de superar sus contradicciones internas a corto plazo.
La política debería prevalecer sobre las preocupaciones de los negocios durante todo el tiempo que sea necesario | ||||||
Y es que en la muy artificial victoria del CNT podemos encontrar la cuarta paradoja. Quizá algunos piensen que derrocar el régimen de Gadafi constituye un logro suficiente para mirar con buenos ojos las aspiraciones del presidente del CNT, Mustafá Abdel Jalil. Y quizá tengan razón. Pero al mismo tiempo, deberíamos tener en cuenta que, debido a que en el CNT existen demasiados puntos de vista contradictorios, sería un error pensar que una transición al uso en Libia va a producirse sin problemas. Laicos frente a islamistas, regionalismo frente a nacionalismo, altruistas frente a oportunistas, tribus frente a tribus, clanes frente a clanes, todos son, entre otros muchos, antagonismos que coexisten en el CNT.
Sin olvidar que hoy en día no tiene sentido hablar de una población libia única, como tampoco lo tenía cuando el rey Idriss consiguió por fin pasar de un Reino Federal Libio Unido (1951) al oficial Reino de Libia (1963). Debido a la sociología tan particular del país, sería error creer que el CNT podría conseguir que Libia pasara directamente de un sistema autoritario a uno abierto y democrático. De hecho, y esta podría ser la quinta paradoja, Libia da la impresión de ser un país capaz de lograr una transición sin tener que iniciar necesariamente una guerra civil; pero, al mismo tiempo, nada indica que nos hallemos ya en la víspera de la edad de oro democrática del país. Los mecanismos de reacción tribales y las estrategias de cooptación podrían seguir siendo durante mucho tiempo la condición del CNT para conseguir estabilizar Libia políticamente de manera artificial.
Pero, junto a esta serie de paradojas, podría haber un elemento predecible y coherente: la avalancha de visitantes internacionales que recibirá Trípoli en el futuro inmediato. Es un país rico, repleto de recursos naturales, empezando por sus 40.000 millones de barriles de petróleo, que no han sido suficientemente explotados, y las infraestructuras que han resultado dañadas en los acontecimientos recientes. Sin olvidar las posibilidades que ofrece el tema de la reconstrucción, ya que cualquiera que viaje por el país se sentirá como si volviera a vivir en la década de 1950 (Trípoli, Benghazi) o incluso en la Edad Media.
Pero sea cual sea el grado de “legitimidad” que quiera otorgarse –o no– a este “período de resarcimiento”, no deberíamos olvidar que esa misma clase de oportunidades, combinadas con prácticas inapropiadas, son las que han provocado recientemente muchos procesos caóticos en Irak. Por eso, sigue resultando perentorio tener bien presente que, aunque bien recibida, la caída de Gadafi implica tal cantidad de desafíos que la política debería prevalecer sobre las preocupaciones de los negocios durante todo el tiempo que sea necesario. Dicho de otro modo: la última –por no decir la primera– paradoja de Libia sigue siendo la necesidad de que los nuevos representantes del país encuentren un sólido equilibrio entre los logros políticos y el relanzamiento de la extracción de petróleo. Pero incluso en tal caso, podría resultar difícil conseguir que todos los representantes libios se pongan de acuerdo en quién lo llevará a cabo, y cómo y cuánto beneficiarán las ganancias derivadas del crudo a los unos y los otros.
Definitivamente, a Libia le queda mucho camino por recorrer.
MEDIOS Y PODER EN LATINOAMÉRICA
¿Son los medios víctimas o cómplices de los Estados?
AFP/Gettyimages |
Las leyes e iniciativas de regulación sobre los medios de comunicación adoptados por varios países latinoamericanos, evidencian un cambio significativo en la relación entre gobiernos y medios. La diferencia en esta ocasión es que los gobernantes están recurriendo, gracias a las mayorías que tiene el sector oficialista en los congresos, a la adopción de leyes que establecen regulaciones a las inversiones y al enfoque que se le puede dar a la información; distanciándose de la práctica acostumbrada por las dictaduras del siglo pasado, que recurrían a la censura previa de forma directa y coercitiva. Esto hace que crezcan el número de opiniones sobre el deterioro de la libertad de expresión en la región. Aunque poco se habla de la ética profesional y la responsabilidad de los medios y su influencia sobre la política. Y el otro aspecto, que habrá que considerar en otro momento, la influencia del crimen organizado, sobre todo de los carteles del narcotráfico.
En la mayoría de los Estados latinoamericanos los medios dedicados a los informativos y programas de opinión sobreviven, en gran medida, gracias a sus gobiernos. Primero porque es la principal fuente de noticias diarias y segundo porque es uno de los mayores anunciantes. Prueba de esto es que en algunos países cuando el sector público deja de controlar los espacios comerciales, los medios se ven en problemas para subsistir. Esto ha convertido el recurso publicitario en un arma utilizada a conveniencia por los mandatarios, quienes producto del personalismo –muchas veces de naturaleza caudillista y de cacicazgos– con que se conducen los asuntos de Estado en la región.
Esto hace que la mayoría de los casos en que se enfrenta a la prensa, las preguntas de los dirigentes se originan por las críticas hacia su gestión o por el enfoque que hacen de algún tema de interés de quien ejerce la presidencia. Si bien esta situación no es reciente, como los casos de la pelea entre Hugo Chávez y RCTV y Globovisión; el Gobierno de los Kirchner con el grupo Clarín, que incluso llevó a sus aliados gremialistas a bloquear la planta del matutino; el diferendo de Luiz Inácio Lula da Silva con O'Globo, Folha y O Estado, y las permanentes críticas al estilo presidencial de Ricardo Martinelli y sus manifestaciones sobre el rol de la prensa. Esto lo resume Andrea Barrero, de El País: “La libertad de prensa y de expresión en muchos países de América Latina pende de un hilo. Así lo demuestran los continuos ataques y regulaciones que varios gobiernos siguen ejerciendo en contra de los medios de comunicación independientes, ante el temor de que la información que sobre ellos se publique, afecte sus proyectos políticos”. Sin embargo, lo más reciente son los casos de Bolivia y Ecuador.
En el primer caso, la Ley de Telecomunicaciones y Tecnologías de la Información y Comunicación impulsada por el presidente boliviano, Evo Morales, por la que bajaban el tope de la participación de capital extranjero del 49% al 29%, afectando en mayor medida a entidades como el grupo español PRISA y Akaiski Investments. La normativa establece que solo el 33% del capital puede estar en manos comerciales (privados), el 33% del Estado, el 17% de organizaciones campesinas y el 17% en poder comunitarios. En este momento el espectro electromagnético está constituido por unas 680 radioemisoras, en su mayoría (90%) privadas. Ello se une a la reforma de la Ley de Régimen Electoral, en la que se prohíbe a la prensa informar y opinar sobre los candidatos a los cargos de magistrados en las elecciones de octubre. Además se estableció que el Tribunal Electoral debía aprobar las preguntas que se formularán en las entrevistas a los políticos y aspirantes. Adicionalmente, la ley obliga a todas las radioemisoras y canales de televisión a transmitir de manera gratuita, dos veces al año, los discursos presidenciales. Y también establece regulaciones para las comunicaciones por Internet.
Los críticos de Morales argumentan que el control que tiene el Gobierno sobre las organizaciones comunitarias, sobre todo indígenas, se aumentará y se consolidará al amparo de la nueva ley.
En la cumbre de UNASUR en Guyana, el mandatario ecuatoriano, Rafael Correa, instó a sus pares sudamericanos a adoptar un marco legal para “combatir los excesos de una cierta prensa”, a la que no tener que justificar sus acciones, generan una defensa mal entendida de la libertad de expresión. Agregó que “en nombre de la libertad de prensa, en nuestra América Latina se han desestabilizado presidentes y gobiernos. Ya es hora de derrumbar tabúes. Debemos perder el temor reverencial de tratar estos temas y buscar una legislación adecuada para combatir los excesos de cierta prensa”.
Lo último en la larga historia de confrontación del gobernante con la prensa que critica su gestión fue la demanda contra el periódico El Universo, publicado en Guayaquil (Ecuador), porque en marzo pasado Emilio Palacio, jefe de opinión del periódico, en su columna lo llamó “dictador”. Ante eso el mandatario demandó al medio y al columnista, exigiendo una retractación, la condena del periodista y algunos directivos y una indemnización. El fallo condenó a tres años de prisión a Palacio, al director del diario y a dos subdirectores; y al pago de 40 millones de dólares (28 millones de euros aproximadamente) a beneficio del demandante. El Universo recurrió la sentencia. La misma decisión anunció el presidente Correa, quien considera que debió indemnizarse por el total solicitado y otorgarse más años de prisión; pero también advirtió que expulsará del país al presidente de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), Gonzalo Marroquín, por también llamarlo dictador.
Según la SIP y grupos como International Freedom of Expression Exchange (IFEX) la libertad de expresión está siendo limitada en América Latina como en los momentos más aciagos de las dictaduras militares, y son muchos los periodistas en países como Perú y Honduras que han sido asesinados o condenados porque sus opiniones e informaciones no resultan del agrado de los gobernantes.
Ahora bien, a lo que poco se hace referencia es al papel de la prensa frente a los proyectos políticos de los gobiernos; es decir, la otra cara de la moneda. En esta materia hay que considerar varios aspectos, entre ellos la ética de la comunicación y la del comunicador como formador de opinión; puesto que los medios contribuyen a la formación de valores y a la construcción de la identidad nacional. En este sentido, las Administraciones lo que argumentan es que los periodistas y la prensa, en general, están violando los principios morales y éticos y prestándose al juego de élites, generando la desinformación de la opinión pública y atentando contra la solidez de la democracia.
Según el colombiano Javier Darío Restrepo, un especialista en ética periodística, lo que hay en América Latina es una “crisis de credibilidad” de la prensa; esto porque “Al tomar partido por intereses buenos o malos, la prensa está perdiendo esa garantía llamada credibilidad. Dejó de observar los hechos con cierta distancia. Es una prensa que está mirando la historia desde el poder, en muchos casos, desde arriba. Los medios y periodistas están perdiendo la perspectiva, les hace falta mirar al mundo desde abajo”. Así la prensa, en su mayor parte, ha dejado de hacer periodismo imparcial y políticamente neutral. Ello hace que los medios estén influenciando y hasta determinando los procesos de formulación de políticas públicas y la ejecución de proyectos y programas.
En algunos países hay medios que, durante los procesos electorales, hacen manejos sesgados de la información para favorecer a determinado candidato y obstaculizar a sus rivales; como en Nicaragua, Argentina e incluso Costa Rica. Lo cual se prolonga durante el ejercicio presidencial del gobernante. Esto es posible por la forma en que se definen los nuevos líderes y se construyen los liderazgos en la región, que cada vez tienen más de liderazgos mediáticos. Para los líderes neopopulistas, que prefieren la comunicación directa con la ciudadanía, la prensa se considera un obstáculo, y esta lo evidencia con un enfoque que puede resumirse en que las iniciativas que sean satisfactorias para la prensa, son las que debe impulsar al dirigente.
Lo descrito evidencia que la relación entre gobernantes y prensa en América Latina se torna más difícil y que cada sector interpreta las libertades de prensa y de expresión de manera particular e interesada. Ambas partes han perdido su perspectiva.
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